78. Ellos
Te despiertas con una sensación extraña, pero no es hasta mirarte en el espejo cuando adviertes que algo raro ocurre. Tu rostro tiene un insólito color cenicienta. ¿Qué te sucede? Desde luego, estás cansado, exhausto. En los últimos tiempos no has parado de trabajar. Te lavas y vas a la cocina para tomarte un café. Te sabe a achicoria. Para animarte el día, decides ponerte el traje azul. Lo buscas en el armario. ¿Dónde está? Llegas tarde, así que te acabas decidiendo por uno gris. La corbata de rayas rojas te irá bien. Nada. No es tu día. No das con ella. Te ajustas la estrecha de rayas negras. Estás listo. Sales a la calle. Todo tiene un aspecto extraño. La gente parece sombras. Ves a dos policías de uniforme en la esquina. No, no pueden ser policías. Su uniforme es gris. ¿Qué sucede? Adviertes que te miran. Caminas apresurado. Llegas tarde a la parada. El autobús viene con retraso. Te resulta curioso que ya no sea verde, sino plateado. Subes. Alguien lee el periódico. Ayer se celebraron elecciones. Claro. Tú no fuiste a votar. ¿Y quién ganó? Sí, han ganado ellos. Y tú no fuiste a votar.
Plácido, qué sucede; se pregunta tu protagonista, y nos lleva de su mano para intentar descubrirlo; y cuando crees conseguirlo llega el periodico y volver a empezar. nos dejas cavilando ese porqué. Suerte y saludos
Aun en esta sociedad inmersa en el descrédito de los ideales y de las personas, unas elecciones pueden activar la ilusión de que las cosas cambian. También puede ocurrir lo contrario, que por el hecho de ser gobernados por unos o por otros el gris se asiente sobre las vidas de una forma definitiva. Quizá si tu protagonista hubiese acudido a ejercer su derecho algo habría cambiado, o no, tal vez ya nada tenga remedio y estemos condenados a que la realidad se vuelva cada vez más anodina.
Un relato curioso, donde reina la desesperanza, que de alguna manera recuerda al protagonista de «El proceso» de Kafka, atrapado en un engranaje que le oprime sin remedio.
Un saludo y suerte, Plácido
Eso tiene dejar de ejercer nuestros derechos, que ellos ganan y todo pierde su brillo, su color, y es que, tendemos a pensar que total porque yo no vaya ¿qué va a pasar? Pero pasa, y uno a uno sumamos todos. Me parece un interesante relato, Plácido, creo que más de un partido político se lo sumaría como eslogan.
Mucha suerte y un saludo.
Un giro final absolutamente inesperado para mí que, a medida que leía, les iba matando a todos.
Y pienso que, aún incluso votando, ellos te la juegan, ¡ya te digo!, no hay más que asomarse a las noticias un poco.
jo, qué mal; y no habla para nada del micro que me ha removido por dentro
Y todo es gris, Plácido. Y tan actual.
Tu relato da más miedo que algunos de los nuestros, y encima es real. Espeluznante. Yo, por si acaso, no pienso abstenerme nunca. Aunque sea, voto por correo 😉
Suerte y abrazos,