94. LA PUERTA DEL INFIERNO (Jesús Alfonso Redondo Lavín)
Lunes. Un pan-tumaca y un café. Un repaso al Marca de bordes rizados y manchado de migas de pan y un vistazo al periódico encadenado a una pinza-palo sobre el mostrador de mármol de la cafetería. Perra vida. De nuevo a casa. Lunes y no tengo dónde ir. 48 años. Hace dos que acepté la pensión del ERE de la Caixa. Exceso de empleados. Cambios tecnológicos. Competencia internacional. Mejora de la productividad. Mierda, mierda.
Ha dejado de llover. El espacio de repente está vacío de ruidos. Siempre sucede cuando escampa y solo se espera el tic-tac de compás decreciente de gotas que caen desde los aleros y rompen los espejos de los charcos y los susurros de los zapatos mojados chirrían sobre los adoquines.
De pronto un estruendo subterráneo rompe el silencio. Me doy la vuelta. Ha salido del suelo, bajo el registro de acero que tapa los nervios y las venas de la ciudad. No lo pude evitar. A mi cabeza llegó la última noticia que leí en la Vanguardia mientras sorbía el café: “Descubierta en Hierópolis, en Turquía, la puerta del infierno”.
No lo he soñado. Hasta la sombra ha vuelto su cabeza y el fotógrafo, sí, estaba allí.
Es lógico que Belcebú, en forma de sombra, pasee por la superficie terrestre como Pedro (Botero) por su casa. Los hombres han hecho del mundo un infierno. Parece que en nuestros dos relatos aparece esa temida puerta, pero en tonos distintos.
Un abrazo, Jesús. Suerte
Jesús, buen relato con esa puerta que nos lleva hasta el infierno. Me ha gustado sobe todo el segundo párrafo, la descripción del silencio roto por las gotas que caen.
Un abrazo y suerte
Jesús Alfonso, imagenes muy claras y bien contadas de la rutina diaria y sus poco frecuentes excepciones. Suerte y saludos
No sé que infierno da más miedo, Jesús: el que asoma por la alcantarilla o el que dibuja la vida de este parado.
Suerte y saludos,