117. Amputación
Le retorció el cuello y lanzó su cadáver a la alcantarilla. Fue rápido y brutal. Tanto, que la sombra de la pobre cría no fue capaz de reaccionar. Se quedó allí, estampada en la pared, observando su tumba con aquel cuerpo grotesco.
En ocasiones sucede. La Vida no sabe responder bien ante la crueldad humana. Entonces procede como si nada hubiera ocurrido, y mantiene firme el plan del destino.
Por eso Toby, el perro que debía ser su primera mascota, se detenía siempre a olisquear la sombra y aullaba al cielo. Por eso Olivia y Elisa, las chicas destinadas a ser sus mejores amigas en el instituto, escribieron sus iniciales al lado, curvando las letras de la misma forma que lo estaba el cuello. Y por eso Javier, el hombre del que debía enamorase perdidamente y con el que iba a tener dos hijos, sentía escalofríos cada vez que pasaba a su lado. Sin embargo, lo que más asombraba al joven, más que la extraña punzada en el corazón, era el hecho de que siempre lloviera en aquella calle.
Y es que la Vida actuaba como si nada pasara, pero, ante aquellas existencias truncadas, no podía evitar llorar.
Me encanta tu relato, Raúl. Esa idea de que la Vida tenga emociones propias, y que el destino prosiga su plan como si nada hubiera ocurrido… es brutal. El perro, las amigas, la calle que siempre llueve, fantásticos ingredientes. Enhorabuena
Me abrumas, Alberto 🙂
¡Muchas gracias!
Magnífico relato!
¡Gracias, Loli! 😀
Estupendo relato Raúl, me ha emocionado. Imaginar esas sensaciones eriza la piel.
Mucha suerte.
Muchas gracias, Maribel. Celebro que te haya emocionado 🙂