4. LEYENDA URBANA (A. BARCELÓ)
La sala de fiestas La Sirena era un antro inmundo situado en mitad de un barrio infame. Enseguida me arrepentí de haberme dejado arrastrar hasta allí por unos amigotes para rematar una noche de parranda con pésimo alcohol y peor compañía. Tras varias copas de veneno y un par de conatos de bronca sofocados in extremis, decidí marcharme solo, ante la negativa de mis colegas de dar por finalizada la fiesta. Al salir de aquel tugurio, ya había amanecido, en el edificio de enfrente una rubia preciosa, asomada a una ventana, tarareaba una hipnótica melodía. Sin saber cómo, ni por qué, acabé metido en su cama de agua. Desperté, ya por la tarde, confuso y atribulado. El único rastro que quedaba de ella eran unas escamas doradas que, de no haberse desintegrado por completo minutos más tarde, ahora, serían prueba irrefutable de que esta historia no es fruto de un sueño etílico.
Las leyendas urbanas, tan atrayentes para muchos como denostadas por otros. A mi me pasa como con las frases hechas: me fascinan. Aquellas tan cambiantes y estas tan fijas, pero siempre dispuestas para que alguien, a propósito o sin intención, les dé la vuelta (yo lo hago de vez en cuando, alterando alguna de sus palabras, para inspirarme). Me estoy dispersando. Por supuesto, yo solo sé de esos ambientes y situaciones de los que nos hablas en tu historia por la literatuta y el cine, no por haberlos frecuentado. Aun así, me da que los has reflejado muy bien. Y al atribulado, decirle que lo comprendemos; cúantas veces no nos han creído al desvancerse, inesperadamente, la última de las esperanzas, en forma de «prueba», de que lo que contábamos con tanto afán era cierto. Bueno, ya sin bromas, porque en alguna que otra ocasión ya he metido la pata (sin mala intención, claro) al dejar mis comentarios: Que me gusta lo que nos cuentas y, también, como lo haces, consiguiendo que nos pongamos en en lugar del coprotagonista del asunto. Suerte y saludos, Ángel.
Hola Jesús. Poder contar con tus comentarios es un aliciente para escribir en esta página.
Yo tampoco frecuento esos truculentos lugares, pero en una ocasión, no me explico todavía cómo, supongo que por ignorancia, acabé en uno de ellos, y puedo asegurarte que salí de allí pitando, dejando plantados, como hace el protagonista, a los compañeros de parranda. Por tanto, la primera parte del relato tiene algo de autobiográfico.
Lo que quería reflejar es que algunas leyendas urbanas, tal vez, estén basadas en hechos reales que no se han podido demostrar, y su carácter increíble deja al libre albedrío de quien las escucha la opción de darles crédito o no.
A mi protagonista le acaba pasando algo muy común, como a quien dice haber visto un OVNI, que lo extraordinario del suceso, termina por hacerle dudar hasta a él mismo, a pesar de que sabe a ciencia cierta que lo vivido fue real. Por otro lado, el estado de embriaguez en el que sucedió, podría ser argumento para rebatir su propia certeza, aunque él sabe que la prueba existió.
Gracias Jesús. Un fuerte abrazo.
Una ciudad podría diferentes en muchos y diversos ambientes y micromundos. No importa de qué rincones u horas hablemos, todos tienen su público, hasta, por supuesto, un tugurio como el que describes al comienzo del relato, que parece reflejar una de las partes más truculentas del proceder humano. En contraste, tu protagonista, que huye de aquel espacio, haya en su camino una sutileza y belleza en grado sumo, tanta, que no está seguro de que le crean si lo cuenta. Las leyendas no dejan de ser historias fantasiosas de difícil o imposible comprobación, pero todas, según dicen, tienen alguna parte de verdad.
Un relato interesante y ameno, lleno de contrastes, que suscita interés desde el título.
Un abrazo y suerte, tocayo
Hola Ángel. Creo que te has convertido, quizá sin pretenderlo, en un pilar esencial de esta página de microcuentistas. Tus disecciones de los textos, perdona la comparación, son como esas pastillas que se añaden al caldo para enriquecer su sabor, pero al contrario que un aditivo industrial y estandarizado, tú eres un ingrediente natural, sutil, distinto y personalizado.
Gracias por añadir valor a la cocina de nuestras letras. Un cálido abrazo.
Mi querido y admirado Juan. Siempre tienes palabras buenas para mí y eso se agradece muchísimo.
Me gusta, de este comentario en particular, cuando atisbas en mi historia reminiscencias de la película Splash, protagonizada por esa belleza de mujer llamada Daryl Hannah, que no podía estar mejor escogida para representar a una sirena. Por otro lado, ponerle a mi protagonista la cara de un, por entonces, jovencísimo y fantástico Tom Hanks, me place en grado sumo.
Veo que eres un enamorado de cualquier tipo de cine y me encanta tener contigo esa afinidad.
Pues nada compadre, ¡a seguir navegando juntos por este mar de letras llamado ENTC!
Hola, Ángel, buen amigo mío.
Me emocionaron hasta el paroxismo tus palabras, las que dijiste en el comentario de mi texto penúltimo, para ENTC, las que dejaste caer como un rimero de sinceridad sobre mi humilde persona y sus posibles valores; que exageraste a mi satisfacción, claro está. Me entusiasmaron el cariño y el respeto que transpiraban. Bueno, pues aquí estamos de nuevo, Ángel, lo eres, para aprender y trasladar algún conocimiento propio en aras de conseguir que no sea exclusivo.
Tu texto: litros de alcohol corren por mis venas mujer… El alcohol en poca medida es un tónico, en mucha, un tóxico. Muchas maravillas han tenido lugar al halda de su influencia. En el arte y en la vida. De joven, bajo su influencia, creo haber levitado y no lo digo en broma.
A ver, técnicamente el texto es de lujo: fluye de maravilla, como ruedas bien lubricadas y tiene una congruencia total: todo viene a cuento. Luego está el título que nos abre el apetito lector. Leyenda urbana, bien, pero ¿cuál? Estableces un gran contraste, y eso constituye un acierto muy grande, entre la situación ingrata que sufre el protagonista en aquel antro «La Sirena», seguro que por el ruido atroz que lo habitaría machacando los oídos y las peleas que se cocían, y el rato que pasa con la sirena. Pero más que lo técnico me interesa, digamos lo humano. El reconcome que padece el hombre al que nadie va a creer. Luis Miguel Dominguín, el que fuera torero, el padre de Miguel Bosé, al terminar de pasarse por la piedra a Ava Gardner, decía que le preguntó ¿Dónde vas? Y él: toma, pues a contarlo. Haber vivido una experiencia tan preciosa como la de tu protagonista y que nadie te crea es un fastidio. Pero es que a lo mejor no se lo cree ni él. A mi entender da lo mismo, un sueño o una alucinación con ese contenido la firmábamos todos. Hay más de lo que se ve, eso lo doy por sentado, quitando a Dios. Si es bello lo que nos suceda, qué demonios importa el calificativo si está ya calificado de antemano el asunto. Y qué narices, si a uno le llaman loco, o le dicen que está bebido o qué se ha pinchado, o qué se ha metido, cuando se sincera, allá gaitas. La cosa es que has contado maravillosamente una maravilla. Y me has convencido. Creo que ese hombre, sería joven, ha tenido esa experiencia que seguramente va a quedarse en leyenda urbana, pues las sirenas no existen para el común de los mortales. Tú has puesto en pie a la leyenda verdadera: claro que existen, creando la tuya propia y legendaria: con tu escritura. Un abrazo inmenso, Ángel Barceló, mi buen amigo. Y un beso de Edu, a él no le gusta dar abrazos, ya sabes.
Hola Eduardo. No sé cómo agradecer este comentario. Solo el hecho de que te hayas tomado el trabajo de escribirlo ya es algo que no tiene pago. Seguro que me crees si te digo que te he tomado mucha estima, a pesar de no conocerte en persona, cosa que espero algún día, no muy lejano, pueda dejar de ser así, quizá en un próximo encuentro que organice ENTC, al que ambos podamos asistir. Estoy muy contento de que hayas decidido robar algún tiempo al sueño para regalarnos tus letras, aunque reitero lo que ya te dije: no he podido echarte de menos, por el motivo que ya conoces.
Un fuerte abrazo para ti y un beso para Edu.
¿Dónde hay que firmar?, buen amigo. el afecto es recíproco. Claro que nos conoceremos. Y será un placer de los g apretujarte un poco. Edu te devuelve el ósculo. Y yo te doy el abrazo prieto que quisiera poder darte personalmente.
Barceló, cuánta calidad y sinceridad en el relato, en tus comentarios y en los de los amigos y compañeros. Me encanta leeros y quedo sin palabras. Suerte y saludos
Hola Calamanda, gracias por leer mi relato y por este comentario tan emotivo. La verdad es que uno se encuentra muy a gusto compartiendo letras con compañeros tan atentos y majos como vosotros. Sé positivamente que vuestros halagos no son cantos de sirena y tenéis total libertad para que, si en algún momento, queréis hacer alguna crítica o corrección, no dudéis también en hacerla, pues seguro que será constructiva y para ayudarme, siempre, a crecer como escritor y como persona. Eso me encanta de esta página, que se respira mucho respeto.
Un sincero y agradecido abrazo.
Como dice el consabido refrán, «los borrachos y los niños siempre dicen la verdad», así que yo le creería a este pobre chico, aún sin pruebas… y más sabiendo el nombre del antro inmundo, que ¡oh, coincidencia! tiene el mismísimo nombre de uno de los barrios más peligrosos de las afueras de mi ciudad (creer o reventar). Eso, más la melodía hipnótica y la cama de agua lo tendrían que haber puesto en pista a este buen muchacho, pero en fin… si no le hubiera pasado lo que le pasó, no tendríamos cuento, jaja…
Muy buena tu leyenda urbana, BARCELÓ, me gustó.
Cariños,
Mariángeles
Hola Mariángeles. No estoy borracho y ya no soy un niño (por lo menos de edad) pero digo la verdad cuando te escribo para hacerte llegar allende los mares, hasta la Patogonia, según tengo entendido, que te aprecio y que tus comentarios siempre me llenan y me emocionan.
Un abrazo de ultramar.
Las leyendas urbanas se nutren de realidad y fantasía. Para nuestro protagonista la vivencia es una verdad, y así la asume su mente. Muy buen relato, Ángel. Abrazos y suerte.
Hola Salvador, no puedo dejar de darte las gracias, porque siempre puedo contar con tus comentarios y eso para mí tiene muchísimo valor.
La única prueba válida de que sucedió lo que relata el protagonista son sus recuerdos y las escamas que, como por encanto, desaparecen. De esta manera nunca podrá probar la veracidad de su historia que, alimentada de boca en boca, quedará como una leyenda urbana. Quizá otros, algún día puedan certificar que sucede de verdad.
Un abrazo.
Hola, Ángel. Lo que es una mala noche, con mala bebida, mala compañía y peor influencia. Acaba de aquella manera. Me has recordado a la peli Resacón en Las Vegas, de la que hay varias partes. Con una de ellas, en especial, me reí un montón. El alcohol es tremendo. Y si es del malo ya sí que se pierde el control por completo. En el caso de tu protagonista, esta sirena desaparece como suele ocurrir con todas y a ver quién se cree ahora la historia. La noche confunde, pero el día no confunde menos.
Te expresas de maravilla, con esas palabras que parecen brotar en cascada desde el principio del texto. El argumento, estupendo. Me ha gustado mucho, Ángel.
Muchos besitos.
Hola María José, he visto esa peli, un humor bastante disparatado. Hay que tener mucho cuidado con el alcohol, como dice el amigo Eduardo: puede ser un tónico o un tóxico y, a la cantidad yo añado, no menos importante, la calidad. ¿Quien no ha pasado una mala noche, directa o indirectamente, por culpa del alcohol? y qué decir del día siguiente.
Agradezco enormemente tus cumplidos, eso sí que es un tónico, y no otras cosas.
Recojo tus besitos y te los reenvío llenos de gratitud.
Sencillamente, me encanta esta leyenda que no lo es, el humor fino que destila, el decir sin nombrar…
Edita, eres muy amable. Gracias por tu lectura y tus enriquecedoras palabras. Un fuerte abrazo.
Queda la duda y el recuerdo, la resaca que todo lo nubla y las pruebas que fueron; el canto de las sirenas es terrible incluso para los que no han bebido. Mucho cuidado con ellas.
Hola Luisa. Totalmente de acuerdo con tus consideraciones. Gracias por recordarnos que hay que tener mucho cuidado con «los cantos de sirena», pueden obnubilar la razón.
Un afectuoso saludo.
Hola, Barceló.
Una historia tan bien narrada que enamora. Fluye el micro y el lector se adentra en todo lo que cuentas y en lo que callas.
Me ha gustado muchísimo.
Que la suerte te acompañe, compañero.
Un abrazo.
Un relato fluido, rítmico, que engancha desde el primer momento. La historia, detrás de su aspecto de cotidianidad, esconde una buena dosis de magia y un humor contagioso. Fantástico.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Antonio, muchísimas gracias por tu lectura, eres muy amable. Celebro que te haya gustado.
Un fuerte abrazo, compañero.
Como dice la canción «sorpresas nos da la vida». Muy bello relato y tan veraz.
Abrazos canarios.
Hola María, cierto que la vida nos da sorpresas, una veces buenas, otras malas y otras, como esta que recibe el protagonista del relato, increíbles.
Agradezco de corazón que hayas leído mi relato y, aún más, que te hayas tomado la molestia de hacer este preciado comentario.
Viajeros abrazos de vuelta desde La Mancha hasta tan maravillosa tierra, para tu esplendida persona.
Las leyendas siempre dicen que tienen algo de cierto. Lo que sí es verdad que tu historia, de lectura amena, engancha. Esa noche que comienza mal, con mala compañia, alcohol y en garitos de mala reputación, termina de la mejor forma, dulce y plácida. ¿Será real todo ello?
Suerte y abrazo
Hola Blanca, agradezco enormemente tu lectura de mi relato y el comentario.
Como en todas las leyendas ahí queda la duda: ¿será verdad? Pero no si todo se supiese cierto, ¿tendría el mismo encanto una leyenda?
Un afectuoso abrazo y mucha suerte también para ti.