Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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7. RÍO REVUELTO (Ángel Saiz Mora)

Cualquiera puede enamorarse, pero pocos admiten que la razón se anula.

El tiempo aclaró la superficie que no le permitía ver el fondo y emergieron sus errores.

Cada vez le quedaba menos oxígeno. Él, por el contrario, tras sus navegaciones erráticas de barra en barra, se sentía como pez en el agua al llegar a casa, patriarca de un océano a su medida con sirvienta. Los insultos, que se habían hecho costumbre, sentaron el cimiento de las primeras agresiones.

Oprimida por un pez demasiado grande, que amenazaba comérsela, le nacieron escamas de rencor y miedo.

Un día hizo acopio de todas sus agallas, para no dejarse llevar por esa corriente tóxica. Su rebelión fue reprimida con más violencia que nunca. Magullada, le faltaron fuerzas para huir, mientras escuchaba el respirar de su sueño etílico. Cuando el ritmo cambió, no pudo o no quiso moverse. Quién era ella para contradecir a la sabia naturaleza, que hace que por la boca muera un pez borracho, ahogado en su propio vómito.

Antes de que llegase el médico para certificar el fallecimiento, la mujer salió al balcón para colgar, liberada, un delantal que nunca volvería a ponerse.

51 Responses

  1. Asun Paredes

    Maravilloso, Ángel. Has creado un fabuloso relato de una situación muy cotidiana, dándole un final feliz para esa sirena atrapada en una pecera que la oprime. El párrafo final no puede ser más oportuno en este día. Enhorabuena y gracias por escribirlo.
    Un beso.

    1. Ángel Saiz Mora

      El problema de fondo es que se trate de «una situación muy cotidiana», como bien has dicho. Ejemplos de mujeres que terminan atrapadas en la peor de las prisiones los vemos cada día. Concienciarnos todos de que sucede con demasiada frecuencia puede ser el primer paso para luchar contra esa injusticia absoluta.
      Gracias por comentar tan prontito, Asun
      Me alegro de que me leas, de leerte y de conocerte.
      Un abrazo grande

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Hola, Ángel, con tu relato demuestras estar a pie de calle (me fascinan las frases hechas, a pesar de su mala fama), con tus ojos y oídos bien abiertos y con la pluma cargada y ya destapada, dispuesta para ayudarnos a no olvidar lo que por desgracia sigue estando ahí, aunque en demasiadas ocasiones no seamos capaces de verlo, por andar a lo nuestro, por su miedo, por la maldita vergüenza… En este caso, parece que la ¿justicia divina? ha cumplido su tarea. Aunque no nos alegremos de la muerte de una persona, sí que lo hacemos por la liberación que ha logrado alcanzar otra. Muy oportuno y muy bien escrito. Enhorabuena. Un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      La actualidad se nutre de desenlaces que no tendrían que producirse nunca. Todo comienza con un reproche desconsiderado, que se extiende a un alzar la mano, que se prolonga con una actitud indeseable que se retroalimenta hasta volverse crónica. No hay que desear el mal a nadie, por supuesto, y menos la muerte, pero en este caso algo ha ocurrido para que el debido equilibrio que nunca debería de haberse roto se iguale. Una mala persona menos, sin intención de regenerarse, y una mujer ganada al infortunio.
      Mil gracias por tu lectura y por tu amable comentario, Jesús.
      Un abrazo

  3. Dolores Asenjo Gil

    Fantástico Ángel. La sutileza con la que describes una situación tan dramática y tan cotidiana, por desgracia, es de admirar. Felicidades

    1. Ángel Saiz Mora

      Una situación que no debería ser ni excepcional y, con unos matices u otros, se repite demasiado. Si la falta de respeto y el egoísmo absoluto forman parte de lo cotidiano todos tenemos un problema y se constata el peor de los fracasos como sociedad.
      Agradezco mucho tu comentario, Dolores.
      Un abrazo

  4. Barceló Martínez

    Algunas personas son tan dañinas que, en algún momento, la vida ha devolverles lo que siembran. Viene muy al caso el refrán: «siembra vientos y recogerás tempestades».
    Me sumo a la marea creciente que demanda igualdad, ojalá inunde la conciencia de aquellos que no son capaces de respetar al otro y ahogue para siempre el egoísmo y la violencia.
    Cálidos saludos.

    1. Ángel Saiz Mora

      Como bien dices, hay personas que parecen estar en el mundo para hacer daño, por ello no merecerían tener allegados, pero, increíblemente los tienen, y ellos son sus primeras y peores víctimas. No parece sensato ni sano alegrarse de la desaparición de nadie, pero menos justo es aún que una persona viva martirizada por otra.
      La igualdad existe en las leyes y en la conciencia general, su aplicación práctica y generalizada ya es otra cosa. En este tema, como en tantos, siempre hay mucho por hacer.
      Un abrazo, tocayo. Gracias

  5. Eduardo Martín Zurita

    Mi gran Ángel, mi buen amigo, escritor y comentarista donde los haya.
    He vuelto , como los viejos artistas, con bríos renovados y con la intención de aprender de vosotros y enseñar el poquito propio cuando se tercie y sepa y pueda.
    Te inspiras en la foto, un tanto a favor, y le sacas el alma a tu manera, obteniendo un más que buenísimo fruto, una goleada. A río revuelto, me parece que no gana nadie. Aunque tú solo dices «Río revuelto», como es natural y resulta coherente con la totalidad de tu propuesta. No es tampoco cierto, a mi juicio, que el pez gordo se coma al pez chico en todas las ocasiones. Mira lo de David y Goliat. Si es cierta, creo, la afirmación que se sostiene en el primer renglón. Muy cierta, a mi modo de ver las cosas. Ese no sé qué que qué sé yo en que el amor consiste, anula perdida y absolutamente la razón del más pintado. Y por amor se transige y se ocultan y sufren silentemente las humillaciones y tratos vejatorios más acendrados y horribles.
    El alcohol es precursor de los malos tratos en un porcentaje muy grande de casos. Y sirve en bandeja de plata el menosprecio de las cualidades de una mujer, por parte de su compañero (no hay ironía), relegándola al papel estricto de sirvienta de sus deseos o caprichos o aberraciones (a la sazón,la mujer de la fotografía es una sirvienta o aparece ataviada de tal).
    Que el alcohol a larga mata, es prácticamente un hecho probado. Y eso sucede en la historia que nos regalas. Muere el pez déspota y maltratador, ahogado en su vomitera, y da pábulo a que la mujer pueda decir aquello de «muerto el burro, se acabó la carga; anus obit,obit onus, dijo Schopenhauer cuando falleció una vecina a la que tiró por las escaleras, por cotilla, por harpía, según él, cuando ella falleciera y se tuviera por extinguida la pensión vitalicia a la que fue condenado a pagarle. No sé si el filósosfo alemán chupaba o no chupaba, como denominan los argentinos a beber alcohol en demasía.
    La escena que dibujas de la mujer colgando el delantal en el balcón está muy conseguida, como el relato todo, jugando con metáforas en torno a los peces y el agua, de ese río del título. Son, a mí me lo parece, sumamente estimables.
    Por todo lo cual, te doy mi más muy mayor enhorabuena, Ángel, amigo mío.

    1. Ángel Saiz Mora

      Eduardo, me alegro de tu regreso, y seguro que no soy el único. Claro que aportas, donde vayas, y de qué forma. Tu energía, tus puntos de vista, tus buenas letras, son una garantía de la que todos nos enriquecemos.
      Como bien dices, a veces es el pez chico quien puede con el grande. Los refranes son sabios y los hay para todos los gustos, por ello existe también el que dice que «no hay enemigo pequeño». La protagonista, por desgracia, si que vivía en el agua más tóxica posible con un depredador que, si no llegaba a consumirla del todo, era por su propio beneficio. Debe de ser muy cómodo (a la vez que del todo inhumano) tener alguien a tu servicio sin dar nada a cambio, en un cóctel desequilibrado de todo derechos y ninguna obligación. El alcohol es una droga consentida que aturde los sentidos; los nutricionistas reniegan de sus supuestos beneficios, lo que está claro es que el exceso no conduce a nada bueno. Cuando se une a una conducta ya reprobable, puede ocurrir cualquier cosa. Lo que le sucede a este sujeto no es más que lo que él mismo se ha buscado. La mujer podría haberlo ayudado y no lo hace. La vida le puso en su camino, para su tortura, y esa misma vida se lo quita, para su alivio.
      Agradezco mucho tus amables palabras, amigo Eduardo. A mí a menudo se me olvida que estamos en un concurso, porque con personas como tú da gusto escribir, hacerlo es un fin en sí mismo, a lo que se suma el premio de que te lean y comenten.
      Gracias otra vez y un abrazo grande, Eduardo

  6. Hay quien huye de los refranes, frases hechas, y demás «lugares comunes» tan temidos del lenguaje… lo que esas personas no saben es que bien usados como en este caso, en favor de la historia, la realzan y la dotan de un relieve y un brillo que de otro modo no tendría… Creo que es el caso de este «Río revuelto» tuyo, ÁNGEL querido, que nos ha contado la historia de esta sirena sobreviviente a ese predador feroz y dominante que tenía por marido… Coincido con ella: cuando la naturaleza nos deja entrever que es sabia, hay que dejarla seguir su curso.

    «A río revuelto, ganancia de pescador»… ¿o debería decir de sirena? 😉

    Como siempre, un placer leerte y comentarte.

    Cariños,
    Mariángeles

    1. Ángel Saiz Mora

      Sabemos que la naturaleza es sabia, como la vida, que acaba poniendo a cada uno en su sitio. Antes o después, quien más, quien menos,recibe lo que merece, que suele coincidir con lo que se siembra.
      Los refranes pueden parecer y quizá sean clichés, frases hechas, terreno común y trillado, pero también encierran una indudable sabiduría, la que da la experiencia. Algo tendrán cuando a todos nos llegan.
      El amor nubla los sentidos, pero a veces para mal, como es el caso de la protagonista. Es humanos equivocarse y siempre hay alguna salida, aunque no sepamos dónde.
      Agradezco mucho tu lectura y tus amables palabras, Mariángeles, son un premio para mí.
      Un abrazo

  7. Ángel Saiz Mora

    Este relato es una ficción, como tantas que se nos ocurren, pero todos sabemos que tiene un fundamento, que se basa en una lacra difícil de erradicar. Hay muchas formas de esclavitud y sería una ingenuidad pensar que han sido abolidas. Al menos, esta mujer tendrá una segunda oportunidad, ese mañana que tan bien apuntas. Quizá haya asimilado, al mismo tiempo, que hay muchos lobos disfrazados de corderos, aunque sea muy triste que haya que aprender a base de palos.
    Muchas gracias por tus amables palabras, Juan, que valoro mucho, como el relato que cualquier día de estos publicarás basado en la fotografía propuesta.
    Gracias de nuevo y un abrazo

  8. Salvador Esteve

    Aprovechas la imagen para engarzar pequeños campos léxicos y mostrarnos al monstruo que devora la razón. La omisión de socorro es, sin duda, en defensa propia. Muy bueno, Ángel. Abrazos y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      La omisión de socorro puede ser considerada un delito, aunque sea en menor grado, pero en este caso la protagonista comprende que es la naturaleza la que pone las cosas en su lugar. Ella solo es una observadora. La misma mano externa que le impuso un suplicio termina por quitárselo.
      Muchas gracias, Salvador.
      Un abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Efectivamente, en el relato subyacen elementos simbólicos, desde la ceguera del enamoramiento a la opresión y la liberación.
      Gracias, Edita.
      Un abrazo

  9. Asun

    Triste realidad muy bien traída con la imagen de ese feroz pez lleno de escamas, pero que afortunadamente no llegó a comerse al pez pequeño.
    Me ha gustado mucho, como todo lo tuyo. Un abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Los peces pequeños no suelen tener tanta suerte. Es difícil que no terminen devorados; puede ser de un solo bocado, o poco a poco, que resulta aún peor. Por suerte, la misma naturaleza que le impuso ese depredador apareció para quitárselo. Esta mujer, liberada al fin, ha aprendido una lección, sin duda, aunque quizá a un precio alto.
      Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Asun.
      Otro abrazo para ti

  10. Me gusta que se haga justicia y que sea suerte, que ella no tenga que hacer nada como lo que él se merece. Porque se lo merece. Solo, quizás, ese moverse un poquito más despacio que acaba por marcar la diferencia de la muerte en vida y de la vida.
    Felicidades

    1. Ángel Saiz Mora

      Tomar parte activa en un suceso violento la habría convertido en la homicida que no era, y su papel anterior de víctima no habría servido de eximente. Ella solo se puso un poquito de lado, como se suele decir, el destino hizo el resto.
      Muchas gracias por pasarte, Luisa
      Un abrazo

  11. Ese final, Ángel, es el digno colofón a un relato sólido, como todos los tuyos, en el que además de justicia poética, haces fente a la injusticia.
    Mucha suerte Ángel,
    Un beso de convaleciente en vías de recuperación.

    1. Ángel Saiz Mora

      Justicia poética, dos palabras que definen muy bien el fondo del relato.
      Agradezco un montón el tiempo que le has dedicado a leerlo y aprovecho para decirte que te cuides mucho, para tener una recuperación rápida.
      Un beso, Paloma

  12. Esperanza Tirado Jiménez

    Todo el relato es impresionante, pero esta frase: «le nacieron escamas de rencor y miedo» me ha impactado.
    Una situación injusta e inhumana, que por desgracia es demasiado habitual en las noticias.
    Ojalá hubiera muchos más delantales colgando en balcones, que flores y velas en recuerdos póstumos.

    Suerte Ángel ☼

    1. Ángel Saiz Mora

      Como bien dices y, de forma desafortunada, los fabricantes de velas y los floristas no están faltos de clientes últimamente. La sociedad, en líneas generales avanza hacia una evolución más igualitaria, pero el camino no es llano, tampoco rápido, y siempre habrá quien encuentre enfrente obstáculos insalvables, que por desgracia propician hechos que terminan en las noticias.
      Muchas gracias por tu lectura y tus palabras, Espernaza
      Un abrazo

  13. ISIDRO MORENO CARRASCOSA

    Magnífica interpretación y muy bien amoldado a la foto de René («Renato Malatesta»).
    El tema y sentimientos que has abordado están, socialmente, a flor de piel y la maestría con la que lo cuentas, ya te la he visto otras veces.
    Genial, Ángel. Me dejas boquiabierto.
    Dos abrazacos.

    1. Ángel Saiz Mora

      Agradezco mucho tu comentario y me alegro infinito de que te guste, Isidro. Espero que hayas disfrutado casi tanto con él como yo con el tuyo.
      Gracias de nuevo y aquí van otros dos abrazacos para ti

  14. Me encanta la «letra» tan bien llevaba; surgida con naturalidad; derivada, generada con frescura de una realidad dura, cruda, violenta, odiosa.
    Un relato «justo», en el que el lector agradece el desenlace (al menos, yo así lo siento).

    Un abrazooo grande para ti, querido Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Una realidad que podemoa maquillar con un intento de literatura, pero no por ello deja de ser menos dura, con una víctima inocente. El desenlace es para ella una liberación merecida, aunque no parezca correcto decirlo dado el duro desenlace.
      Agradezco mucho tu visita y tus amables palabras.
      Otro abrazo enorme para ti, Amparo

    1. Ángel Saiz Mora

      Hay muy buenas letras por aquí y este mío solo es un intento de historia a partir de una imagen, pero me alegro mucho de que te haya gustado y me anima a seguir.
      Muchas gracias por tu lectura y tus amables palabras y un abrazo

  15. Hola, Ángel.
    Lo has vuelto a hacer creando una historia bien hilvanada y con un toque poético que la convierte en delicatessen para los sentidos. Una mujer atrapada en una vida de violencia, una de tantas mujeres que consigue salir de esa vida inmerecida.
    Genial, aún con la piel erizada, te deseo muchísima suerte.
    Abrazos gigantomórficos.

    1. Ángel Saiz Mora

      Un caso que no debiera darse nunca, pero sigue repitiéndose, de una forma o de otra, con una frecuencia dolorosa. Ella, al menos, ha salido de esa vida, como bien dices, inmerecida, aunque haya sido necesaria la intervención de la justicia divina.
      Mil gracias por tus palabras y un abrazo grande, Towi

  16. En ese río revuelto del maltrato y el alcoholismo, encuentra la víctima una ocasión propicia para liberarse del pez gordo. «No supo o no quiso», dice el narrador, que la exonera de toda culpabilidad.
    Es un relato magnífico sobre un tema demasiado frecuente, doloroso, que nos avergüenza como sociedad que no sabe erradicar los comportamientos ni los asesinatos machistas.
    Has utilizado de forma brillante el lenguaje marino para definir a los personajes y sus estados de ánimo.
    Genial, Ángel.
    Un fuerte abrazo.

  17. Ángel Saiz Mora

    El maltratador termina convertido en víctima, aunque eso, siendo una tragedia, lo son más los hechos anteriores, intolerables y, como bien dices, demasiado frecuente.
    Muchas gracias por tu lectura y tus amables palabras, Catmen.
    Otro abrazo fuerte para ti

  18. Ángel, has escrito un relato maravilloso, genial. Narras una historia actual de maltrato perfectamente acoplada a la fotografía, pero que puede pervivir sin ella, una historia que va mas allá de la foto.
    Me encanta como utilizas palabras y términos relacionado con el mar para contarlo, haciendo que el relato fluya de una manera admirable. Enhorabuena, muy bueno.
    Un abrazo, enorme.

    1. Ángel Saiz Mora

      Lo mejor sería que una historia como ésta, pura ficción, no se acercase tanto a la realidad, que a menudo suele presentar resultados aún peores. Lo importante sería concienciarnos con un problema demasiado frecuente, aportando cada uno un granito de arena, aunque sea pequeño. La educación, la formación y el poner los problemas a la luz son el primer paso para solucionarlos.
      Me alegro mucho de que te guste, Javier.
      Muchas gracias por tus palabras y otro abrazo grande para ti

  19. Blanca Oteiza

    Ángel, triste historia, aunque en este caso con final feliz. Muy bien llevada de principio a fin. Estupenda.
    Un abrazo grande

    1. Ángel Saiz Mora

      La historia es dura, triste y hasta injusta, con un desenlace trágico, pero, al mismo tiempo, deja despejado un camino de esperanza, una segunda oportunidad.
      Muchas gracias, Blanca. Otro abrazo grande para ti

  20. Cualquiera puede engancharse a una historia tan dura y hermosa como ésta. Genial el mimetismo de los matices temáticos con el asunto principal, y esa percepción de intensidad creciente que culmina en un final mucho más que redondo. El único pero que le encuentro al relato es que se acabe. Ha sido todo un placer leerte, Ángel.

    Un abrazo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Como suele decirse, bien está lo que bien acaba, aunque para que la vida vuelva a renacer haya sido necesario que, paradójicamente, alguien muera. La ficción permite que seamos capaces de manejar desenlaces y poner justicia y equilibrio donde había desigualdad. Por desgracia, la realidad no es tan benévola en muchas ocasiones, tenemos ocasión de comprobarlo en los informativos casi a diario.
      Agradezco mucho tu tiempo, tu lectura y tu amable comentario.
      Otro abrazo para ti, Antonio

  21. Le has regalado a tu protagonista un final que se merecía, el mismo final para ese delantal que ella deja colgado en el balcón…
    ¡Qué buena historia, Ángel, da gusto leerte!

    Y ya que estoy aquí, aprovecho para darte la enhorabuena por tu último premio y muy orgullosa de ser tu telonera…
    Un abrazo grande.

    1. Ángel Saiz Mora

      Todos sabemos que, demasiado a menudo, las mujeres damnificadas en situaciones similares a las del relato no salen tan bien paradas, es un drama diario, un goteo incesante y atroz que parece no terminar nunca, Al menos, con la literatura, podemos moldear una realidad que nos gustaría que cambiase.
      A ti sí que da gusto leerte, Rosy. Además, te haces querer.
      De telonera nada, tú en primera línea. Felicidades también, gracias por pasarte y un abrazo grande

  22. Ángel, un relato maravilloso que, utilizando un lenguaje plagado de términos marinos, nos cuenta una historia de maltrato.
    Aplaudo la decisión que toma la protagonista cuando le llega la oportunidad de librarse de su maltratador y recuperar su libertad y su dignidad.
    Me ha encantado. Enhorabuena. Te deseo mucha suerte.
    Besos muy apretados, amigo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Quizá puede parecer una crueldad o hasta un delito la postura de la protagonista, en cuanto a negación de socorro, pero tal como lo ve ella, es la naturaleza la que actúa, la que pone las cosas en su sitio y restablece el equilibrio. En el fondo, su actitud es coherente, pues tampoco antes hizo mucho para variar el rumbo de las cosas, cuando padecía una situación injusta e insufrible.
      Me alegro de que te guste, Pilar.
      Muchas gracias y besos

  23. La historia en su comienzo, no por conocida es menos triste ni dramática. Lo que gana al lector es la forma de contarla que me parece impecable. Y ese final, cuando lo veíamos todo tan negro para tu protagonista da una vuelta de tuerca a la historia. Suerte!!

    1. Ángel Saiz Mora

      Que nadie está libre de enamorarse es un hecho, que no siempre es de la persona adecuada, también. Ha de ser muy duro ver cómo alguien por quien se ha dado todo sin reservas se convierte en un duro carcelero, cuando no en algo peor. En este caso, el error de la naturaleza de permitir que una persona inocente se ciegue y acabe entregada a quien no debe, queda compensado con el desenlace, haciendo bueno aquello de «Dios aprieta, pero no ahoga».
      Me alegro de que te guste, Patricia. Gracias por comentar y un abrazo

  24. Enrique Mochón Romera

    Plagado muy acertadamente de simbología marina, tu relato es una hermosa metáfora al servicio de una dolorosa historia de amor ciego. Pero tratándose de una obra tuya la cosa no queda ahí ni mucho menos. Porque vas llevando al lector primero al interior del personaje y luego, con él, hasta una situación desesperada, para finalmente aliviarnos con un gratificante final, poéticamente justo, si bien con esa determinante ayuda que ella, por razonable omisión, aporta al destino. Un excepcional trabajo, en definitiva, al que deseo lo mejor en esta convocatoria.
    Enhorabuena y un fuerte abrazo, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      «Dolorosa historia de amor ciego», yo no lo hubiera dicho mejor. Si nos paramos a pensarlo, el amor es ciego o no lo es, el que funcione mejor o peor depende en buena medida, como es lógico, de la otra parte, que a veces responde con indiferencia o rechazo, otras, y esto es mucho peor aún, con un proceder despótico, como es el caso del relato. Tras haber leído el tuyo soy consciente de que el mío tiene, al menos, una posibilidad menos de ser seleccionado en esta convocatoria, y no te lo digo por amistad, aunque también la haya.
      Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Enrique.
      Un abrazo fuerte

    1. Ángel Saiz Mora

      La naturaleza es muy sabia, pero no siempre hace justicia. Yo me he permitido utilizarla como el brazo ejecutor que la sufrida protagonista necesitaba para salir de su situación.
      Muchas gracias, María
      Otro abrazo marino para ti

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