SEP83. LA FLOR DE SUS ENTRAÑAS, de Isabel Fernández Ortiz
La vida se adentró por la ventana entreabierta de aquella vieja morada, topando con la respiración entrecortada de paredes de piedra, y la incertidumbre de un menaje que daba paso a unas escaleras de madera que albergaban el origen de unos alaridos con nombre de mujer. Deslizándose con premura, escalón tras escalón, fue recibida con maestría por una puerta de color abedul que se abrió ante ella mostrando, como fruta madura, el útero dilatado de una joven, que sin piedad dejaba caer los dulces jugos que su vientre anidaba, entre intensos dolores que estremecían sin pudor su vulnerable cuerpo. Profiriendo con fuerza, alaridos y juramentos, una flor asomó por la entrepierna deslizándose con premura sobre el lecho que les acogía. La vida se unió a la recién nacida, provocando en ella un intenso llanto, mientras sus infantes ojos hinchados, miraban pero no veían, la dulce cara de una madre desencajada por el dolor, pero embriagada de alegría.
Buen micro, Saludo
Un bello parto de contrastes. Un relato dirigido a los sentidos: se ve, se intuye, se respira, se palpa, se huele, se escucha,… y me «gusta».
Un abrazo, Isabel.
Amparo Martínez Alonso
Muchas gracias, eres muy amable.
Un saludo grande.
Jo, Isabel, prefiero ser hombre y desde tu relato más.
Muy fuerte.
Un beso
Qué original idea para la frase de este mes. Un bebe como fruta madura y la vida buscándolo. Está muy bien escrito, tiene muy pocos puntos y muchas comas, dandole un ritmo muy de cuento en voz alta, está muy trabajado, mis enhorabuena por la idea y la puesta en escena.
Muchas gracias
Un saludo.