15. Nuestros viernes de gloria
Mi padre era viajante. Solo volvía algunos viernes por la tarde para pasar el fin de semana con nosotras. Esos días mi madre se levantaba más pronto que nunca para dar un repaso a toda la casa y, especialmente, a su dormitorio. Quitaba las sábanas que lavaba y dejaba secar al sol, en el tendal que daba a la calle, como banderas de bienvenida. Luego, al anochecer, cuando ya solo faltaban unas horas para que llegase mi padre, las planchaba «para quitarles ese poquito de humedad que podrían tener aún».
—¿Qué vestido me sienta mejor? —me preguntaba después, mientras ponía caras frente a los tres vestidos que desde siempre habitaban en su armario—. ¿Y qué te parece si me dejo el pelo suelto? —me preguntaba también.
Y yo no sabía qué contestar, siempre la veía igual de guapa. Y me impacientaba y bajaba al portal para ser la primera en verle aparecer calle arriba. Entonces corría hacia él, y mientras me levantaba del suelo para poder abrazarme más fuerte, sé que es a ella a quien miraba.
—¿Quién será esta reina, ahí, asomada a nuestra ventana?—murmuraba.
Y mis pies volvían a tocar el asfalto.
Hola, Dominique. Nos muestras una «sencilla» escena, pero que parece significar mucho para sus protagonistas. Incluso creo que ese anhelo ante la llegada del viernes es lo que ayuda a dar sentido a la vida de la que espera, no todo va a ser dejarse querer por su hija y cuidarla. Al cambiar el final, pienso que el relato gana en sugerencia, con ese poner los pies en la tierra a la narradora, que no sé si me equivoco, pero podría ser un trasunto de la autora.
Con «intención constructiva», no sé si, por ejemplo, en la frase «Quitaba las sábanas que lavaba…» habrá demasiadas terminaciones en «-aba» y en «-a» en muy poco espacio. Se nota más si lo leemos en voz alta. Está claro que la calle es la calle, pero como dicen que «es mejor» evitar repeticiones cercanas, podría ponerse «bajaba para ser la primera en verle aparecer calle arriba» o «bajaba a a la calle para ser la primera en verle aparecer», por ejemplo. También creo que no están «coordinados», o como se diga, los verbos en «y mientras me levantaba del suelo…, sé que es…», pienso que en esa construcción sería «sabía (o «supe») que era a ella a quién miraba». Para terminar, creo que sería más correcto «cuando ya solo faltaban…»
No sé que opinarás o si estarás o no de acuerdo con mis comentarios, pero creo todos podemos aprender con lo que ven, o creen ver, otros ojos. Espero no haberte molestado. Saludos y suerte-
Gracias mil, Jesús, por tu comentario ya que, como bien dices, necesitamos opiniones sinceras y constructiva para ir creciendo. Como podrás ver he hecho dos correcciones partiendo de tus sugerencias,y suponiendo (que es mucho suponer) que mi texto fuera ganador la mitad del premio sería para ti… ?
En todas las biografías se dan momentos y escenas llenas de un encanto especial, si no lo tuvieran, no se recordarían después con nostalgia cuando desaparecen, no ganarían mayor valor aún a medida que transcurre el tiempo. Se percibe con claridad la intención de la niña por acaparar a su padre, hasta que ese aterrizar en el suelo denota que la partida siempre la ganará la madre; no obstante, no hay conflicto, sino ternura en todas las escenas que describes y componen este relato. No sabría decir el motivo, pero también creo, como Eduardo, que puede haber biografía en esta historia.
A ver si en otra ocasión en que coincidamos conseguimos charlar algo más.
Un abrazo, Dominique.
Gracias,Ángel, sí a mí también me hubiese podido poder hablar más largamente con cada enteciano… durante la comida entre plato y plato habría que poder cambiar de mesa…?.Tienes razón que aunque haya rivalidad es una rivalidad natural que, afortunadamente, solo llega al conflicto en muy pocos casos. Un abrazo y gracias de nuevo por tu comentario.
Hola Vernait. Para mí lo mejor de tu relato es la descripción, la narración es muy visual y eso lo valoro a tu favor. El contrapunto, a mi forma de ver, es la ausencia de un conflicto potente. Se adivina una competencia entre la madre y la hija, por acaparar el cariño del padre, que podría devenir en un argumento sumamente interesante, pero este relato se queda corto para desarrollar esa premisa y es mucho presuponer que la intención final era esa.
Te traslado un consejo de alguien autorizado a darlos (una profesora que tuve): «Tienes que ser más sibilino cuando escribas», me dijo. Créeme, no es fácil.
Un abrazo y mucha suerte.
Dominique, lo que más me gusta de tu relato es el ritmo, se vive. Bien pudiera ser una página del diario de una niña con complejo de Electra!
Mucha suerte.
Un abrazo.
Por lo que me dices, consigues ver a la niña ir corriendo a refugiarse en los brazos de su padre… eso es exactamente lo que me apetecía mostrar. ¡Gracias, Paloma! 🙂
Emociones que la espera acrecienta, y que se bifurcan entre el cariño y el deseo, siempre con la fuerza del amor. Me ha gustado mucho, Dominique. Abrazos y suerte.
Gracias, Salvador, por tu comentario; resumiste a la perfección lo que quería transmitir… emociones, de emociones que a todos no son familiares quería hablar, ni más ni menos que de emociones. Un abrazo.
Vernay, precioso relato lleno de emociones y de ausencias, que llena el amor y el deseo. Me ha encantado. Te deseo mucha suerte.
Besos.
Me parece un relato muy tierno. Me encanta que esté contado desde la niña, que nos pone ante los ojos una historia de amor tan bonita casi sin ser consciente de ella.
Gracias, Pilar y Patricia… vuestros comentarios me emocionan, de verdad… pero no puede ser de otra manera, somos «emociones»… ??