33. Laila y yo (Bevilaqua)
Laila era una sirena atípica: aparte de no saber cantar, cabía en la palma de una mano. No obstante, era fanática de Boca Juniors, como yo. Tanta era la pasión de Laila por el fútbol que, ante mis reiteradas negativas, una tarde se plantó: “¡O me llevás a la cancha, o no te hablo más!”. Dos domingos sin que insultáramos al referí al unísono le bastaron para doblegarme. Así que envolví un frasco de mermelada con cinta, exceptuando una porción de unos treinta grados, por donde Laila pudiera ver…
Aquel domingo todo pintaba a pedir de “boca”: ganábamos dos a cero y mi amiga no dejaba de darme las gracias. Pero nada termina hasta que termina. Faltando un minuto para que el árbitro pitara, un mocoso, al que no debía gustarle el fútbol, comenzó a gritar: “¡Una sirena, tiene una sirena dentro del frasco!”. En resumidas cuentas, la fiscalía acabó acusándome tanto por tráfico de personas como de animales. Me condenaron a dos años en suspenso y me prohibieron volver a la cancha. Pero lo que realmente me duele es que, desde que le instalaron una pecera en el palco oficial, Laila ya no me devuelve las llamadas.
¡Qué bueno, Gabriel! Esa sirena celosa porque no la llevás a la bombonera; comprensible. Pero lo del pibe acusica no tiene perdón.
Encantador, te deseo mucha suerte.
Gracias,Rafa. Y lo del pibes, ciertamente no tiene perdón.
Saludos
Un relato de desamores sirenados y futbol. Con el sello GB.
Abrazos
¿Hay un sello GB?… En todo caso, gracias por considerarlo así.
Saludos
Me ha encantado esa sirena caprichosa y futbolera. Genial
Gracias, Paloma. Me alegra que te haya gustado.
Saludos