40. La tentación vive arriba
Mi madre era secretaria de un bufete de Broadway con la Octava y siempre vestía su falda lápiz cuando me acompañaba hasta la parada del autobús. La llevaba tan ceñida que parecía una sirena. Y era tan bella que, en cuanto salíamos del portal, los tiburones que acechaban bajo nuestro apartamento mostraban dos filas de dientes ahumados; todos llevaban sombrero y algunos de ellos parecían sujetar el mismo periódico cada día.
Pero con el tiempo mi perspectiva de esos tipos trajeados fue variando, hasta que una mañana le pedí a mi madre bajar solo; entonces yo ya era mayor, lo sabía casi todo, y para aprender el resto teníamos los Playboys que Bobby le escamoteaba a su padre. Los chicos practicábamos en el instituto con gatos que matábamos a pedradas y así aprendimos la diferencia entre acariciarlos correctamente o a contrapelo. Que la vida sólo tenía un sentido placentero. Ninguno de nosotros hubiese pagado una entrada para ver cómo una corriente se deslizaba de arriba hacia abajo sobre Marilyn Monroe. Y funcionaba igual con el humo del cigarrillo, al derramarlo hacia el cielo mientras esperabas a que ella se asomase a la terraza o saliese del portal con su hijo.
Me gusta. Marilyn, N.Y., sirenas y la historia se va por otros vericuetos.
Abrazos
Se va, se va como el humo hacia el cielo. Gracias por pasarte y un beso, María.
Un relato circular, en el que el niño que sale con su madre de casa para ir al colegio, termina aprendiendo en la calle, esa universidad que no entrega títulos ni másteres oficiales, lo necesario para convertirse en un observador lleno de hormonas, preparado para radiografiar a cualquier mujer de una determinada forma.
Una historia con una ambientación perfecta, es imposible no ponerse en el escenario neoyorquino que todos conocemos, en persona y/o por el cine, con un lenguaje y una concepción narrativa llenas de originalidad.
Un placer leerte, como lo fue, por fin, conocerte.
Un abrazo, Asier. Suerte
Muchas gracias, Ángel, así es, algunos escenarios como NY están montados en nuestras cabezas y solo hay que dejar que los personajes y la historia se paseen por él. Muchas gracias por el comentario, una abrazo!
Un relato bien contado cuya lectura se disfruta. Me ha gustado, Asier. Un saludo.
Me alegro de que te haya gustado, Manoli, lo he querido montar al estilo clásico, un poco ahumado 🙂 Un abrazo.
«y así aprendimos la diferencia entre acariciarlos correctamente o a contrapelo. Que la vida sólo tenía un sentido placentero». Me encanta… ¡muy buen texto,Asier!
Muchas gracias, Dominique, no hay diálogos, pero eso te lo dejo a ti que se te da mejor 🙂 Un beso!