SEP57. COMO FRUTA MADURA, de Jorge Asteguieta Reguero
Siempre dando vueltas. Toda una vida. Igual que un disco, girando y girando canción tras canción.
Se escucha una nana infantil. La mía. Entonada con dulzura, como solo una madre es capaz de mecerla entre sus labios de leche.
Ahora, bajo la melodía de un eterno verano azul, pienso en aventuras de niño. Los columpios son castillos, hay princesas y dragones, y caballeros de pantalón corto y heridas en las rodillas. Han llegado los Reyes Magos y el timbre de mi bicicleta amarilla atrona entusiasmado.
Luces de discoteca tiñen mi memoria de colores. El éxito de moda retumba en los altavoces. Fumo sin fumar, y beso por vez primera una boca adolescente que me rompe el corazón.
Unos músicos tocan un vals. Los invitados bailan a mi alrededor, a nuestro alrededor.
Poco después, se mezclan risas y juegos de niños; se parecen tanto a ella, tanto a mí… Notas de vida, de felicidad.
Más canciones desfilan ante mí. Son muchas, las de toda una vida. También las hay tristes, y amargas, expresadas mucho mejor con lágrimas que con palabras.
Esta última habla de soledad, canta un fin de camino. Miro hacia atrás, sonrío y escucho. Sí, ha valido la pena.
Después de dejar pasar agosto sin particpar, vuelvo a la carga, espero que os guste.
¡Claro que vale la pena vivir! Totalmente de acuerdo contigo. Con lo bueno, con lo regular y con lo malo. La vida nos madura a nosotros también. Un buen repaso.
Saludos
Paloma Hidalgo
me alegro al comprobar que el relato se entiende tal y como fue pensado, Paloma.
Saludos y gracias.
Canciones para una vida.Has puesto música a los sentimiento. Me quedo con la nana y la del timbre.
Me gustó tu relato y tu estilo.
Suerte.
Muchas gracias, Antonia. Y me alegra leer que te haya gustado.
Saludos.
y la bici, que no falte. Buenas, jorge!!!
que tengas suerte, apañero!!!
Hola, Vidal, compañero, ¿a ver cuándo vemos todos esos dragones de papel volando en nuestras hogares?
Pues tienes razón, vuelve a aparecer la bicicleta amarilla, y confieso que ese color tenía la mía cuando era un niño empachado de sueños…
Saludos y suerte.
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Copio edito el anterior comentario, que se habían colado un par de erratas y una vez dado al intro es imposible echarte atrás.
Gracias, Ana.
Creo que esa primera bicicleta de los siete u ocho años, la del salto de la de los ruedines a la de dos ruedas como los dioses mandan, queda grabada a fuego en la memoria de todos los niños.
Yo empecé con una grande y sin los pedales, que me montó mi padre. Era azul, con una listita blanca y mi nombre en el cuadro. Mi primera y única bicicleta.Me encanta el sonido de los timbres y las dínamos 🙂
Me encanta!!!!!! la vida contada en canciones como ya le he dicho a Hector del 52. Ay, sólo le cambiaería una cosa el título, algo que tenga que ver con la música le quedaría como un guante, no se un «alma, corazón y vida» o algo así… pero me ha gustado muchísimo.
Me encanta!!!!!!! que te encante, María. Acerca del título mucho me temo que tengas razón, quise ser original con él pero después de colgarlo vi que quizá me pasé de listo, consiguiendo un efecto rebote hacia la no-originalidad. Pero aprenderé de ello, vaya que sí.
Gracias y saludos.
Me alegro de que vuelvas, con un micro tan evocador. Me encantan las reminiscencias a los sonidos más que a las canciones, y todo mezclado queda como una vida que de verdad mereció la pena vivir.
Suerte, Jorge!!!
Gracias, compañero y mucha suerte también para ti.
En que poquitas palabras has condensado toda una vida.
Original y bonito
Un abrazo
Gracias, Epífisis.Me alegra muchi ver que el relato ha gustado. Y dos abrazos para ti> gano.
¡Un relato que contiene una vida entera en 200 palabras, Jorge, una vida y sus inolvidables melodías! Suerte.