67. Las calles de Marianne
Desde el pequeño balcón, Marianne ve partir a todas las calles. La primera, como los elefantes de la sabana, estaba llena de arrugas. Se maquillaba con polvo de tierra para esconder las marcas de la edad. Un día, sin más explicación, tomó el camino del osario. A la siguiente la llamaron a filas; se puso el uniforme y las botas que guardaba en los bajos del armario y fue alejándose en perfecta formación. Una mancha de silencio se expandió por la casa y caló las paredes. La que vino después fue la más luminosa; balbuceaba amaneceres y hacía trenzas con los veranos. Una tarde, jugando a esconderse, se subió en un coche de recién casados que arrastraba hileras de combas y balones. La que olía a salitre, extendió su vela mayor y cruzó un océano. Puede ver a lo lejos como agita aún su brazo el marinero que amaba a las sirenas.
Marianne cierra el pequeño balcón y se va a pasear con la que ha prometido no marcharse sin ella.
Hola, Antonio. Una maravilla de texto, plagado de figuras literarias a cual más bonita. No sé si he captado bien su esencia, pero voy a aventurarme con mi interpretación personal.
Veo que comparas las calles con el destino de las personas: una persona mayor con un final más cercano por ley de vida, un soldado al que llaman a combatir, una niña que se convierte en joven casadera y casada, un marinero que se hace a la mar… y la propia protagonista (cuyo nombre sabe a verano, tal vez por ser o sentirse sirena), quien se apresura para que su calle no parta sin ella.
Mi enhorabuena por esta belleza. Me hago socia de tu club de fans.
Muchos besitos.
Muchísimas gracias por tu amable comentario, María José. Tu interpretación está pero que muy bien encaminada, cada calle que parte representa el final de una etapa en la vida de Marianne: la marcha de los padres, el marido que parte a la guerra y no regresa, los hijos que crecen y marchan a sus vidas, el amor fugaz de un marinero y esa calle final con la que pasea y que no se irá sin ella. Mil gracias de nuevo por dejarme tus agudas y agradables impresiones, ¡ah! … y por lo del club de fans (como un tomate me he puesto de “colorao”). Yo me apunto al tuyo también desde ya.
Muchos besos.
Hola, Antonio Diego. Con el nuevo formato de la página, a los que intentamos y queremos estar atentos a todas las intervenciones se nos hace un poco más complicado el pasear por ella y por eso no había visto tu relato. Al estar un tanto desacostumbrado con los comentarios, no me atrevo, como hace María José, a aventurarme con una posible interpretación. Como ya he dicho otras veces, no siempre hace falta «entender» (o lo que quiere hacer ver su autor) un texto para disfrutar de su lectura. Me sumo a lo del club de fans. Suerte y un saludo.
Hola, Jesús. Mil gracias por tus siempre estimadas palabras. La adaptación a los cambios suele desorientar un poco, a mí también me sucede, pero nada que no arregle el tiempo. Te agradezco tus amables impresiones, y que te hayas hecho socio del club jeje, yo lo soy también del tuyo.
Un abrazo.
Hola, Antonio.
Es un texto maravilloso, sin duda alguna. Marianne es un nombre muy bonito (me trae a la Faitfull, o como se escriba, la que fuera novia del solista de los Rolling). Esta escrito el relato con una gran soltura estilística y das muestras de tu arsenal de recursos narrativos. Personificas un lugar, las calles, a las que haces co-protagonistas de la trama. Las calles cobran vida y la desenvuelven cada una a su manera y en pos de su objetivo o meta. Las calles, que normalmente son paseadas, se deambula por ellas, se echan a andar, parten y Marianne las ve partir desde su balcón. Comparten con nosotros su singladura y la protagonista, chica lista, cierra ese balcón y se va a pasear con la que no va a marcharse sin ella. Conocer calles es muy interesante. Vivirlas más todavía, Y tú lo has conseguido: las hemos saboreado todas. Mi más muy mayor enhorabuena y un abrazo grande. Yo también me apunto a ese club de fans, faltaría más.
Hola, Eduardo. Te agradezco de veras tus amables palabras. Como muy bien has captado, la idea era que las calles cobraran vida y formaran parte activa de la historia para a través de ellas conocer poco a poco la vida de la protagonista, sus distintas etapas y ausencias. Me parece excelente la forma en que lo describes. Mil gracias enormes y un fuerte abrazo.
P.D.: y por supuesto, dame por apuntado a tu club también.
Desde un balcón, situado a suficiente altura, es posible contemplar diferentes calles. Tu protagonista demuestra ser una observadora de primer orden. Las distintas vías urbanas son identificadas con personas que en algún momento se han cruzado en su vida, pero que acaban por tomar caminos diferentes, partiendo del hecho de que cada cual tiene el suyo propio. Tu personaje elige caminar por un sendero que se ha comprometido a no abandonarla nunca. No es poca cosa. Nadie puede garantizar que no tropiece, pero tiene los ingredientes, de entrada, para no extraviarse.
A lo original del planteamiento se une la sensibilidad de las descripciones, llenas de recursos muy bien ensamblados.
Un saludo y suerte, Antonio
Hola, Ángel. Quedo muy agradecido por tus amables y muy agudas palabras. Como muy bien observas, cada calle se identifica con alguien muy ligado a la vida de la protagonista, y es así como dices, cada una toma su camino, aunque antes de partir confluyen en un punto, en ese balcón donde se anudan y desanudan ante los ojos de ella. Mil gracias de nuevo y un abrazo.
Hola Antonio. Una vida observada desde un balcón, cada calle lleva hasta el lugar de la vida donde la protagonista se encuentra en este momento. Desde ahí las observa todas recordando y analizando el recorrido hecho por cada una de ellas.
Un texto metafórico muy bien construido que cuenta toda una historia de vida en muy pocas líneas. Me ha gustado por su originalidad y su cuidado lenguaje literario. Un cálido saludo y mucha suerte.