101. EL COLECCIONISTA (Sara Lew)
Se quebró la noche y no fue el trueno el que dio el aviso. Un chillido agudo traspasó las paredes y la densa lluvia. Bajo el cartel de neón del burdel, las gotas formaban remolinos iridiscentes en los charcos y diluían la sangre que se escapaba del cuerpo amputado de la víctima.
Al llegar la policía, dos testigos admitían haber visto a un hombre alto huir por una de las calles aledañas, aunque nada dirían sobre la agresión que habían presenciado. Ante lo inexplicable, la gente calla. Eso lo sabía bien el inspector García, que no tardó en relacionar este caso con otros recientes, como el del anciano con aspecto de elfo al que habían arrancado las orejas.
Por la mañana las nubes se habían replegado cuando García se acercó a la casa de la joven asesinada. Una cola de sirena se secaba al sol. Ante una taza de té, la madre admitió que llevaba tiempo detrás de aquel desalmado que mutilaba a miembros de su comunidad, pero que ya no habría que preocuparse por él. Fue entonces cuando el inspector reparó en los pantalones largos de mezclilla que colgaban del tendedero. De ellos sobresalía un pie.
Vaya relato Sara, muy bien llevado a ese final de novela negra.
Un abrazo y suerte.
Me dejé llevar por las dos primeras frases que escribí, y me salió un relato bastante negro.
Gracias, por tu comentario.
Un saludo.
Es del tipo de relato que me deja babeando.
Abrazos marinos
Espero que eso sea algo bueno 🙂
Un abrazo.
Sara, nos dejas la posibilidad de darle forma a ese final tan bueno, como el relato, con sencillez pasmosa. Suerte y saludos
Ha recibido su merecido, le han pagado con la misma moneda…
Gracias, Calamanda.
Un saludo.