23. TUS OJOS ZARCOS (Jesús Alfonso Redondo Lavín)
En el metro me topé contigo.
─ Sí, es ella, me dije. Es la rubia de la plaza de los Chisperos.
─ Hola Loli, susurré.
─ Hola, ¿quién eres?, dijo alzando hacia mí sus ojos azulísimos.
─ Soy Jesús. Todas las semanas bajaba a tu quiosco de Luchana y charlábamos un rato.¿Recuerdas?
─ Ya no estoy allí, me jubilé, respondió.
─ Yo también estoy jubilado. ¿Sigues jugando ajedrez por teléfono con tus colegas?
─ Sí, me dijo, pero ahora menos. Y tú, ¿qué haces?
─ Pues paseo, leo y escribo relatos en un blog compartido con unos cuantos amigos.
─ ¿Cómo es eso del blog?, me preguntó interesada.
─ Pues te mandan una fotografía y escribes lo que ella te sugiera. Este mes han enviado una en la que se ve una mujer haciendo un puchero.
─ ¿Una alfarera?, me inquirió.
─ No, sonreí…
En ese momento se levantó su perro guía y azorada me preguntó si estábamos ya en Gran Vía.
─ Adiós, Jesús.
─ Hasta más ver Loli.
Me disculpé, por mi inadecuado saludo, con un inmediato “perdón”. Volvió la cabeza y posó por un instante, divertida, sus hermosos ojos zarcos en la punta de mi nariz.
Un diálogo entre un habitual de ENTC y una mujer con unos ojos tan hermosos y azules como ciegos. El equívoco entre el «puchero» como gesto de tristeza y un posible trabajo de alfarería revela que ambos personajes viven en el mismo entorno, en concreto, la ciudad de Madrid, aunque en mundos distintos, a una distancia que parece insalvable, algo que se refleja en la belleza de esos ojos vistos desde fuera, y la minusvalía para apreciar el mundo igual que los demás por parte de su dueña.
Hay que ver la cantidad de temas que pueden salir de una imagen
Un abrazo, Jesús. Suerte
Desde el título ya atrapa tu historia. Jesús, que promete al lector algo más que un intercambio de palabras como es el diálogo de estos personajes. El sigue leyendo y escribiendo, ella jugando al ajedrez y, en el medio, la vida y los dos coincidiendo en el metro.
Enhorabuena. Un placer leerte.
Saludos.
Jesús, una ternura de relato. Precioso. Me ha encantado.
Besitos.
Todo seguido, sin parar. Lo he leído sin casi notar que era una historia inventada y que no estaba yo delante, escuchando la conversación. Hasta creo que conocía el quiosco y los ojos de la quiosquera. Todo fluido hasta la dichosa palabra. Zarco. Me has obligado a meterme en el diccionario y me he caído de la nube.