32. La última elección
Una vez más, me enfrentaba a la burocracia cumplimentando un formulario.
Frente a mí, la funcionaria que me atendía, a falta de aclarar mis dudas, se limitaba a mirarme con esa cara de “Tú verás, a mí me da igual”.
No lograba decidirme entre las innumerables alternativas que se abrían ante mi libre y aún capacitada voluntad :
– el día del cumpleaños del solicitante
– el día del libro
– el día de año nuevo
– al despuntar el alba
– con la puesta de sol
Había tantas opciones como días y horas tenía el año y comencé a encontrarme algo mareada ante la indecisión. Se suponía que aquello era un trámite más para paliar ese momento tan trascendental que me iba a augurar la inminente muerte, pero no era nada fácil elegir. Me angustiaba desconocer en qué lugar, manera y fecha sería más conveniente dejar el mundo terrenal. No tenía datos empíricos en los que basarme para sellar mi destino de la forma más correcta, legal y llevadera.
Al ver que estaba montando cola detrás del “espere su turno”, decidí abandonarme a la suerte y marqué la casilla donde decía:
– en la hora que me toque .
Esta visto que la burocracia no nos abandona nunca. También, como en este caso queda patente, que algunas veces no sirve para mucho, salvo para esperar colas y sacar poco en limpio. En todo caso, por mucho que queramos, la hora de cada cual siempre será un misterio y, como bien ha decidido tu protagonista, posiblemente lo mejor es que sea así, de ahí que intuyamos que, esa última elección del personaje, sea la correcta.
Un abrazo, Estíbaliz. Suerte
Original propuesta la que te ha inspirado esa mueca de Cate.
Suerte y abrazo