65. En defensa propia
Dicen que las mujeres lloran frente al espejo y los hombres los rompen. Pero no siempre es verdad.
Celia no consigue verse reflejada en ninguno. Y no son precisamente las lágrimas las que le nublan la vista. Recorre probadores de tiendas, baños de estaciones y ascensores buscando otros. Se resiste a creer que son todos iguales. «Alguno habrá que sepa apreciar cómo soy» piensa. Por eso se maquilla de rojo los labios y embadurna sus ojos con espesos potingues; poniendo especial énfasis en tapar las oscuras bolsas que le rodean la mirada. Quiere marcar un territorio que antes no dejaba indiferente. Se atormenta pensando que ya no la adora como antes, cuando la piropeaba y le hacía sentir la más bella de todas las mortales. No alcanza a comprender su invisibilidad. ¿Qué culpa tuvo ella de aquel arrebato? ¿Debía tolerar que le devolviera una imagen arrugada? ¿Unas ojeras penosas? Y ese rictus… ¡no lo soportaba!
Lo cierto es que él, con sincero talante, tampoco tuvo la culpa cuando ella despertó con ganas de quebrarse ni cuando sus puños cerrados la emprendieron con él. Sus añicos, diminutos y afilados, sólo actuaron en defensa propia.
Macarena, trasmites muy bien esa insatisfacción de tu personaje; sus imagenes claras nos hacen llegar a su perfil. Suerte y saludos
Una pareja curiosa. Podría ser la historia de amor y desamor de cualquier pareja, pero esa frase inicial: «Dicen que las mujeres lloran ante el espejo y los hombres los rompen. Pero no siempre es así», ya nos revela que esto no va de una pareja al uso. La insatisfacción, las marcas del tiempo, y seguramente una baja autoestima acaban haciendo añicos a uno de los componentes del dueto y, probablemente dejando cicatrices en el otro. Podría decirse que mirarse demasiado al espejo perjudica gravemente la salud.
Muy sugerente, muy bien tramado.
Suerte y abrazo
El tiempo a veces afianza las cosas, pero otras muchas las erosiona sin remedio, no solo en su apariencia externa, ante espejos en los que es difícil reconocerse, también en el trasfondo psicológico, que quizá tenga aún peor solución. Emprenderla a golpes nunca es solución, pero por algún lado tienen que salir las frustraciones.
Un saludo y suerte, Macarena