90. MUÑECAS (Siigonis)
Vanesa se detiene frente a la puerta y toca el timbre. Apenas puede disimular su entusiasmo. Lleva meses soñando con esta visita. Encontró la clínica buscando en Internet; de las mejores que había. Inmediatamente supo qué se iba a hacer: unos morritos espectaculares y una nariz perfecta.
Nada más entrar, un escalofrío le recorre la columna. Es la emoción, se dice. No hay nadie para recibirla. El vestíbulo está lleno de maniquíes de cera que muestran a la clientela el resultado de su inversión. Impresionada, saca el móvil de su bolso y envía una fotografía del lugar a Paula. La interrumpe amablemente un hombre joven, bastante atractivo, vestido con una bata blanca. Después de rellenar un formulario y esperar unos minutos más, ambos entran a la sala de cirugía.
Pocas semanas después, Paula se detiene entusiasmada frente a la puerta y toca el timbre. Entra y espera en el vestíbulo. Admira boquiabierta los maniquíes que adornan la habitación. Le llama la atención una figura que presenta un rostro melancólico. Es curioso. Le recuerda en cierto modo a su amiga Vanesa. Pero no puede ser. Vanesa no tiene unos morritos tan espectaculares ni una nariz perfecta.