AGO107. CUANDO LOS OJOS NO MIENTEN, de Eva Castro Outeiriño
Era muy alta para ser mujer y sin embargo sus proporciones alcanzaban la perfección. Su oscuro pelo ensortijado se balanceaba con suavidad al son que imponía la brisa del puerto, sus largos brazos desnudos tenían su fin en nerviosas manos que gesticulaban sin tregua mientras de sus labios se escapaba la declaración. No fingía, estaba nerviosa y me estaba poniendo nervioso a mí. Mi compañero tomaba nota de sus palabras y la interrogaba acerca de lo sucedido. Yo intentaba averiguar el color de sus ojos, en la vida había visto un tono igual, algo me decía que en ellos se encontraba la pista que revelaría la identidad del asesino, la observé más fijamente y cuando al fin ella me clavó la mirada lo supe, eran de color azul… marino, de un matiz imposible para un iris humano. Lentillas, como la que encontramos sobre la chaqueta del cadáver.
Uy, se delató.
Muy bueno Eva, suerte.
Pues sí que está muy bien. Ji. La verdad es que ese dato sugiere, pero no creo que sea suficiente para meterla en chirona.
Ya veremos si se salva…
Anais
La lentilla es la pista, el ADN la prueba…
¡¡Un abrazo!!
Eva
¿Tienen ADN las lentillas? Y si son azul marino su ADN es salado? Es broma.
El relato es muy dinámico y tiene un final consecuente. Parece un escrito de novela negra. Muy bien.
Saludos.
Estupendo, un relato negro de repente le da también oxígeno al blog. Estoy tratando de leer todos pero no llegaré, tengo que cortar en breve.
En serio, estupendo el elemento criminal y el interrogatorio/ descripción visual. Enhorabuena y suerte.