AGO97. A MAR, AMAR, de Fran Rubio
Renault 12 ranchera, verde pino. Cuando hacíamos autostop siempre nos recogía un coche de esos. Aquel verano estaban por todas partes, como Georgie Dann. Calimocho para emborracharnos, piscina por las mañanas, confidencias por las noches, bajo la farola estropeada de la Fuente del Barco, a las afueras del pueblo. Dieciséis años y el mundo por delante, llamándonos a gritos. Me quedé sin saber a qué sabían sus labios.
Anoche te vi en el chiringuito, treinta años después, en la barra, hablando con una de las camareras. Todo el azul del día finalizado estaba en ti, resumido en tus ojos: mar y cielo. Te pusiste entre la luna y yo para decirme:
–¿Te acuerdas de mí?
–Me acuerdo, todos los veranos me acuerdo de ti. Estás tan azul como entonces.
Nuestras copas se pusieron nerviosas enseguida, buscando una y otra vez las bocas. Recordamos aquel verano; reímos, hablamos, callamos… y al final fuimos juntos a la cama, casi de día, casi sin querer.
La mañana corrigió el sueño con esa luz mediterránea para mostrarnos que tú ya no eras tú (o tal vez yo ya no era yo). El verano, azul y loco, acababa de empezar.
A mar, sabían a mar.
Fran evocas situaciones muy de mi época, la próxima la pago yo.
Un abrazo
Qué lindo este relato de recuerdos enamorados, curioso final.
Suerte.
Me ha gustado sobremanera tu relato.Creas una atmósfera muy lírica con las frases sobre la luz, el azul, la luna entre ellos, y sobre todo ese final que surge casi sin querer, y con ese sabor a sal y que cierra con maestría la historia.
Tan solo un pero, que cambias la voz cuando dices «sus labios», creo que lo correcto era «tus» labios.
Felicidades y suerte.
Fran, yo no vivir en la época que narras en tu relato, pero leyendolo siento que me hubiera gustado estar allí. Me ha gustado ese final en el que nada es lo que parece.
Enhorabuena y suerte.
Muy poético, me ha encantado.
Un abrazo
¡Qué época aquella!. Precioso tu relato, evocador de unos momentos que muchos hemos vivido y casi hemos olvidado. Es tremendamente certero lo de «…y el mundo por delante llamándonos a gritos». Era precisamente eso lo que se sentía con esa edad.
Un relato muy azul y melancólico. Me gusta mucho.
Un abrazo.
Yo soy de antes del R12 ranchera, mi padre aún no tenía para el “600” pero pasaba con sospechosa excesiva frecuencia en la bicicleta de mi primo, por delante de su casa. No me reconoció en el chiringuito de ella solo sus ojos verde azulado, ahora mucho más chiquitines. Uff. En fin un alivio.
Ves todo lo que estas sacándonos con tu relato.
Gracias por ponernos en escena.
Has sabido buscar los elementos evocadores de los que están hechos la mayoría de nuestros recuerdos adolescentes: el verano, ese amor primero e inocente, el medio rural… y creo, a mi entender, que lo mejor del relato es el cierre. Es la respuesta a lo que supusimos una pregunta retórica, y en esas 5 palabras se encierra todo el relato. Me gustó, a psar de que yo suprimiría la figura de Georgie Dann…
Poético y lleno de detalles bien descritos. Como dice Ana U, son recuerdos guardados en el alma. Esa segunda oportunidad suele desarrollarse más en nuestra imaginación, ¡que tampoco está mal! Sobre todo para escribir algo tan bonito.
Un abrazo.
Una historia muy evocadora de veranos que ya lo fueron y bocas que no llegaron a ser.
Fran, como siempre: me gustas. Me gustan tus relatos.
«A mar, sabían a mar». Tú si que sabes contar una historia. Magnífico juego de palabras.
Resulta tierno, simpático, realista y poético.
Un besooooo sin sal, pero muy salado:)
Fran, evocador tu relato, muy visual y con el sabor de esa epoca. Consigues captar el ambiente y lo que es más importante transmitirlo.
¡Suerte!
Besitos
«Dieciséis años y el mundo por delante»… Muy nostálgico, Fran, es imposible vivir de nuevo la mágia de aquellos tiempos y tu relato lo dice muy bién. ¡Suerte!