19. LA PULSERA MÁGICA (Rafa Olivares)
Ellen Price, primera bailarina del Ballet Real de Dinamarca, destacó por su interpretación en la adaptación a la danza de un cuento de Hans Christian Andersen, La Sirenita. Un acaudalado cervecero, perdidamente enamorado de su figura y de su arte, la obsequió con una pulsera mágica que ella decidió colocarse en el tobillo izquierdo, no sin antes ser advertida de que si alguna vez se la quitaba quedaría transformada en bronce. Ellen no tardó en olvidarse del aviso, y una tarde de verano, después de tomar desnuda un baño en la costa Langelinie de Copenhague, y mientras se secaba sobre una roca, deslizó de su pie el abalorio y su cuerpo quedó al instante bronceado. Literalmente.
De lo que pasó con la pulsera poco se sabe. Muy probablemente alguien la encontró y se la probó, pero es previsible que, desconocedor de sus efectos fantásticos, no le durara puesta mucho tiempo. Eso explica que haya tantas esculturas de bronce por toda Europa. Y muchas de ellas de personajes que solo llegaron a ser ilustres mucho tiempo después de ser estatuas.
Muy ocurrente tu relato, como siempre. Si se quedaba todo en sirenita hubiera perdido encanto pero, tú lo has hecho posible de nuevo. Me ha gustado mucho tu relato sobre personajes famosos de tipo, quién fue antes, el huevo o la gallina.
Feliz noche de primavera revuelta.
Suerte y fortuna.
Gracias, Mercedes. Siempre resulta atractivo reescribir la historia a tu antojo. Nunca será peor que la realidad.
Celebro que te haya buscado.
Besos.
Ahora se explica la proliferación de estatuas de bronce por toda Europa. Las cosas nunca vienen solas, tienen un origen y una causa. Acabas de crear una historia que, quién sabe, puede llegar a cuajar, a trascender y a atravesar fronteras, saldrá en los documentales, en los libros de viajes, la contarán los guías de turismo. Seguro que esas estatuas serán todo oídos cuando alguien les susurre un relato, cerquita y con respeto, como hace el maestro Ximens. Seguro también que éste tuyo, en el que son protagonistas, les gusta mucho.
Original propuesta, Rafa. Tu musa no para de trabajar y tiene el gen de la variedad.
Un abrazo y suerte
Sabiendo ya el origen de cada estatua, fíjate la de historias que pueden haber detrás de cada una. Seguro que desde ahora, el genio Ximens las trata con más consideración. Mi musa debe ser pariente de la tuya, pero todavía en párvulos.
Un abrazo, campeón.
Qué bueno Rafa, me encanta tu irónica explicación para tanta esculturitis, cualquiera se pone ahora una pulsera encontrada
Bueno, si te la pones al menos no te la quites.
Gracias, hermanita.
Rafa, me ha encantado. Precioso. Como solo tú sabes contar historias. Un abrazo.
Gracias, Mar. me hubiera gustado contar la historia de nuestro reencuentro en Sevilla, pero no pudo ser. A ver si la próxima…
Un beso.
¡Qué original! Creo que va a ser muy difícil encontrar un desarrollo tan creativo como éste para la fotografía. Enhorabuena, Rafa.
Sigue leyendo todo lo que se publica y verás como encuentras originalidad a raudales. ¡Menuda es la gente que escribe por aquí! Celebro que te haya gustado.
Gracias, Alicia.
Un beso.
Me ha gustado mucho tu sirenita d Copenhague. «y su cuerpo quedó al instante bronceado», literal y magníficamente expresado 🙂 .
Una historia muy creativa, Rafa.
Mis felicitaciones. Realmente original tu Pulsera mágica.
Un abrazooo
Es lo que pasa por secarse al sol… y quitarse la pulsera.
Gracias, Petra.
Abrazote fuerte.
Hola, Rafa.
Ganada totalmente por este microcuento-microleyenda.
Una historia narrada como se contaron siempre los cuentos clásicos. Como me los contaba a mí mi madre y yo, a mis hijas. Con magia.
Aplaudo tus ojos para leer la fotografía propuesta y te deseo suertísima.
Un abrazobeso, besabrazo.
Hola, Towi. Contento con que te haya gustado. La magia de las letras puede convertir en leyenda cualquier referencia cotidiana.
Besoabrazo prieto.
Buen mini cuento, con lo difíciles que son.
Felicidad y abrazos.
Gracias, María. Estando Andersen por en medio tenía que ser un cuento; sí o sí.
Abrazos.
¿A quién le amarga un cuento?.
Se saborea de principio a fin.
A nadie; los cuentos nunca amargan, las cuentas sí.
Gracias, Manuela.
Un abrazo.