21. De vértigos
Intenta imaginar que es agua, como la del mar de su niñez, aunque aquella la recuerda batida en verde y violeta, llena de peces pálidos. El espacio es oscuro y aparenta calma, pero no resulta tan acogedor, porque clava en su piel, como alfileres de cristal, el frío atroz de la luz estelar.
Si se lanza podrá empezar de nuevo, buscar otras metas, otros sueños, aunque estrellarse contra un suelo gris y polvoriento, una vez más, congela su corazón.
La otra opción, permanecer allá arriba con los pies colgando de esa luna dorada y creciente, es muy tentadora, pero la previsible soledad provoca un tremendo escalofrío en sus huesos. Porque nadie sabe de su hazaña, nadie querrá buscarla mirando al cielo, nadie imaginará jamás que logró alcanzar su deseo, que voló tras un murciélago transparente para mecerse, acurrucada en ella, durante el insomnio de una noche de verano.
Lo que se desea puede llegar a conseguirse, incluso, alcanzar la luna después de haber seguido a un murciélago transparente. El dilema y el vértigo de tu protagonista son comprensibles. Una vez allí, cuando ha llegado a lo máximo a lo que, tal vez, querría aspirar, es comprensible entonces que sienta la soledad del éxito. Sin embargo, si vuelve abajo, corre el riesgo de que ya nada le parezca tan excitante ni le merezca la pena.
Una preciosidad de relato, con una prosa poética y unas descripciones que hacen que sea muy visual, lleno de sugerentes simbolismos.
Un abrazo y suerte, Eva
Gracias Ángel por tu comentario, siempre tan agudo. Y ¡enhorabuena! por esa selección. Un beso.
Eva, hay que tener cuidado con lo que se desea…
Buen relato. Mucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias Pilar. Un beso grandote.