28. Pandilla de verano (Ginette Gilart)
Aquel mes de agosto fue de lo más caluroso, nos pasábamos el día entero en la playa metidos en el agua. La más madrugadora era Clara que ayudaba a su madre a instalar el puesto de bisutería artesanal en el paseo marítimo. Siempre aparecía con algún adorno, una pulsera o un collar, o unos pendientes; lo que más me gustaban eran sus tobilleras que llevaba con gracia en sus pies morenos.
No recuerdo de quién fue la idea de acercarnos a los acantilados y sentados en el borde exclamar: «¡cobarde el último!». Todos saltamos a la vez menos Clara visiblemente aterrorizada. Luego los chicos no pararon de meterse con ella hasta que marchó muy enfadada.
A la mañana siguiente encontraron su cuerpo inerte golpeado por las olas al pie del acantilado. Clara no había tomado en cuenta la marea baja, cuando el agua apenas recubre las rocas.
Tal vez, Clara, herida en su amor propio quiso probar y probarse que su miedo inicial no era cobardia, y, lamentablemente, se convirtió en la protagonista de un verano inolvidable por su final tan triste. Mucha suerte Gina. Un beso.
Tremendo, Ginette. Un texto con mensaje que llega, raspa en la piel del lector y entra dentro para tocar su corazón. Bien narrado.
Un abrazo.
Empieza recordándome a Verano Azul pero luego todo se torna muy negro. Dan escalofríos al leer la última parte.
Mucha suerte Gina
Ginette, todo parece lúdico e idílico hasta que todo se oscurece ante la tragedia.
Mucha suerte.
Besos apretados.