55. Manual para no enamorarse
La tarea no es fácil, pero intente mantener unas reglas simples. Procure alejarse de las salas de fiesta, de los amigos solteros, de la primavera. Si se cruza con una joven por la calle (una que usa un perfume distinto), cámbiese de acera. Si, sentado en un parque, ve a esa muchacha delgada y con el pelo largo leyendo en el banco de al lado, levántese y huya. Puede ir al cine, a museos, a la iglesia, pero siempre en las horas menos concurridas, más anodinas. Evite sesiones nocturnas.
Aun así, puede que, paseando por el muelle, se fije en unos pies descalzos que oscilan suavemente sobre el agua oscura, como el péndulo de un hipnotizador. Acaso recuerde esos pies más tarde, puede que por la cadenita roja del tobillo. No es habitual llevar una pulsera en el tobillo, razona usted; es lógico que le llame la atención, piensa, esa pulsera; entra quizá dentro de lo posible que ocupe su pensamiento día y noche, que sueñe con ella, que vuelva una tarde y otra al mismo lugar del muelle, esperando encontrarla de nuevo, atado el pensamiento a esa cadena sin poder liberarse de ella, porque ya es demasiado tarde.
Me gusta esta otra manera de contar uns historia de amor. ¡Enhorabuena!
Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado. ¡Un abrazo!
Sobre amor hay tanto escrito, pero nunca por ello se terminará de escribir, la prueba tu estupendo micro. Saludos, Antonio Ortuno
¡Gracias! Supongo que todo está ya escrito en alguna parte, así que solo podemos intentar contarlo desde nuestra propia perspectiva y a nuestra manera. Un abrazo.