74 – Almas ajenas
Ellos no entienden la sed, ni el dolor de mi piel herida por el sol.
Gritan que su playa no me pertenece; que no podré alcanzar tierra firme.
Llevo horas observando mis pies descalzos sobre el eterno bamboleo del mar.
Hoy no me reconozco en los ojos de aquellos que creía de mi misma especie.
Quizás padre no mentía en sus cuentos infantiles, y yo sea una sirena.
Tal vez solo tenga que saltar.
Miles de inmigrantes se juegan la vida en busca de un sueño, de un futuro prometedor, pero, si logran alcanzar la tierra prometida no hallarán la solidaridad esperada. Qué tremenda decepción debe suponer saber que nuestras playas no son sus playas … esto nos tiene que avergonzar y mucho. Mucha suerte y un saludo.
María, cuandas reflexiones positivas en tu historia. Suerte y saludos