81. Te prohíbo que mueras antes que yo
Porque te quiero demasiado, me susurraste aquella lluviosa tarde de otoño. Recuerdo como si fuera ayer el viento que mecía las hojas, las tonalidades ocres que la muda de los árboles pintaba sobre el camino. Las gotas de lluvia tintineando sobre el techado de la cabaña en la que nos refugiamos, entonando una melodía a tus finas palabras, que como un hilo de voz penetraban en mis sentidos.
Y ahí fue cuando me regalaste aquella pulsera que, dijiste con orgullo, habías creado con tus propias manos. Me hizo mucha ilusión, y con coquetería me la enlacé al tobillo, ya que me quedaba algo grande en mi menuda muñeca. Nuestras sonrisas elevaban nuestro gozo e irradiaban luz en el tenue paisaje del bosque. La lluvia humedecía nuestros cabellos y nuestras ropas se adherían a nuestros cuerpos, mas no sentíamos frío. Tomaste mi mejilla entre tus manos y me creí santificada.
Nunca te gustó el mar, decías que el hombre era una especie terrestre y vulneraba el orden natural en sus intentos por conquistar el cielo y el agua. Y sin embargo partiste.
Te prohíbo que mueras antes que yo… olvidé decirte yo también.
Javier, romantica hasta el final tu bella historia. Suerte y saludos
Gracias Calamanda, me alegro que te haya gustado porque… ¿Hay algo más bello e intensamente lírico que el amor?