43. » Mi secuencia favorita»
Dos meses después de su fallecimiento, regresando del cine de verano, mi hermano Fermín y yo descubrimos que mi madre pidió ser enterrada cerca del río. Por desgracia, los adultos de mi familia optaron por seguir los cánones establecidos.
Al día siguiente, mi tía Julia tendía la colada, tranquila por cumplir la promesa de casarse con mi padre y hacerse cargo de nosotros. Cuando me levanté, mi hermano ya había volado rumbo al parque. Decidí quedarme en el jardín dibujando los bucólicos paisajes de “El hombre tranquilo”, primera película que me dejaron ver completa la noche anterior. Sobre las doce, Fermín regresó acompañado de una vecina y con sus manos manchadas de barro. Al parecer, había intentado escarbar la tumba de mi madre con el fin de cumplir sus últimas voluntades. Mi tía abandonó sus ocupaciones y se acercó a Fermín con la seguridad de quien intuye los entresijos del espíritu. Por más atención que puse, no conseguí descifrar sus palabras. Sólo recuerdo que, tras la improvisada pantalla blanca, aparecía ante mí una nueva secuencia del film de John Ford y que, gracias a su rostro difuminado en sombra, imaginaba que era mi madre la que continuaba procurándonos sus atenciones.
Buen relato. A mí esa sábana también me ha relacionado en cierto modo con el cine de verano. Suerte.
Besicos muchos.
A veces los niños nos dan una auténtica lección de fe, y son los que más facilitan a los adultos adaptarnos a las situaciones más complejas. Tal y como demuestran tus protagonistas. ¡Suerte!