60 – ENCARNA LA BATANERA
Otro cumpleaños y aún prisionero, pensó mientras observaba sus fotos colgadas de un simulado y coqueto tendedero.
Le desagradaba aquella exhibición con la que su mujer quiso sorprenderle. Momentos privados, improntas, con un supuesto valor muy alejado de su realidad.
Se sintió mal al ver aquella fotografía que años atrás había quemado, desconocía que hubiera copias.
Acompañaba habitualmente al río a su abuela paterna, con la que vivía, ella torcía y retorcía sus sábanas hasta sacar de ellas un blanco luminoso, infinito, casi imposible.
Mientras escuchaba las historias fantásticas que le contaba, descubrió que el tacto de aquellos lienzos húmedos sobre sus piernas desnudas, producían en él sensaciones indefinibles y placenteras.
En el silencio de la siesta, desnudo y envuelto en el hilo blanquísimo, extraño y transformado, seducía, sin saberlo, su propia imagen frente al espejo, nervioso e impaciente.
Una tarde su éxtasis infantil se transformó en terror al escuchar de boca de su abuela que le cortaría los cojones si volvía a ensuciar sus sábanas.
María, su mujer, lo besó y le preguntó si era feliz, pero no lo era. Su felicidad se evaporó aquella tarde, como el agua en la ropa tendida.
La batanera aún lo vigilaba amenazante.
Mercedes, las abuelas que te marcan siempre, para bien o para mal.
Besos y mucha suerte.
Hola Mercedes. Gracias por tu comentario en mi relato. Creo entender la relación de contraposición que estableces entre tu protagonista y el mío.
Perdona por no haber comentado antes, no he tenido tiempo de hacerlo. Por cierto, creo que te ha quedado un relato muy original, con cierto toque ácido. Espero que tengas mucha suerte.
Un abrazo.