62 – Ropa blanca
La Domi lleva en la cabeza una cesta enorme llena de sábanas y toallas. Los lunes viene a casa de mi abuela a recoger la ropa para lavarla. Yo me voy con ella y me agarro a su falda para no caerme bajando la pendiente que lleva al río.
En la orilla hay una losa inclinada donde ella, de rodillas, frota las sábanas. Si hace calor, me deja meterme en el agua y la ayudo a lavar. El fondo del río está suave y se escurre pero a mí me gusta.
Si se tienden las sábanas enjabonadas sobre las matas, ¡el sol las pone blancas! Es por el jabón que hace mi abuela en el patio. Cuando lo hago con ella me advierte de que tenga cuidado porque la sosa que ella mezcla con agua y aceite me puede quemar. Yo remuevo con cuidado hasta que cuaja.
Mientras la ropa se blanquea al sol, la Domi y yo comemos pan con chorizo y bebemos agua de la fuente del Madroño que está muy cerca.
Mañana viene mi padre a recogerme. Dice que tengo que ir al colegio para hacerme mayor. No sé cómo explicarle que yo no quiero ser mayor.
Creo que nadie quete pero no somos conscientes de ello hasta qué lo somos. Tu protagonista es muy listo porque disfruta a tope con las cosas sencillas.
Muy bonito y costumbrusta. Besos de agosto.
Vaya…rectifico…
Que nadie quiere…
Costumbrista…
Hola, Carmen. Bienvenida a este templo del microrrelato, con esa inocente mirada infantil tan blanca como la ropa de la abuela.
Mucha suerte y un abrazo.
¿Y quién querría hacerse mayor? Bonita semblanza.
Besicos muchos.
¡Bienvenida, Carmen! ¡Qué gusto verte por aquí!
Una historia cargada de imágenes e infancia. ¡Mucha suerte!