66. UNA DE MIEDO (Javier Puchades)
—Miguel, me ha llamado otra vez el señor Mariano, el dueño del cine de verano. Dice que no te aguanta más. Que está harto de devolver el dinero y que el público está dejando de ir. Que esta semana has interrumpido las proyecciones tres veces. El lunes, “Lo que el viento se llevó”, justo cuando la protagonista iba a decir eso de: “Juro que no volveré a pasar hambre…”. El miércoles te cargaste el final de “Casablanca”, que no vieron ni despegar el avión. Y ayer sábado, cuando comenzaba la escena de la ducha de “Psicosis”, los dejaste a todos mirando el verde de la pared del frontón.
—Mamá, pero si estaban tapándose los ojos en el momento que comenzó a escucharse la musiquita esa.
—Te he dicho mil veces que no necesitas cubrirte con ninguna sábana blanca para asustar a la gente desde que te atropelló el tren y lo único sano que pudimos recuperar de ti fue tu pierna derecha.
Javier, un relato en el que al principio nos arrancas una sonrisa por las travesuras del protagonista y que al llegar al final haces que se nos quede congelada y el corazón en un puño.
Muy bien contada la historia, llena de referencias al cine de terror. Muy acertado el título.
Me ha encantado. ¡Enhorabuena y te deseo mucha suerte!
Besos muy muy apretados.
Pilar, muchísimas gracias por tu acertado comentario. Tienes razón lo que al principio parecen travesuras esconden detrás la verdadera personalidad de mi protagonista.
Muchos besos.
Javier, como te comenta Pilar, me has arrancado unas risas al principio, después y hasta el final que no esperaba por cierto, nos has ido descubriendo una terrible tragedia, pero con cierto sabor dulce. Me ha encantado tu relato. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Nani, muchas gracias por tu comentario. sÍ, mi relato es como un bombón de chocolate con una almendra amarga en su interior.
Besicos.
Muy sorprendente tu relato, Javier. Lo que en principio parecen travesuras infantiles que dejan en suspenso a los espectadores del cine de verano, se acaba convirtiendo en una pesadilla, recuerdo del atroz accidente que acabó con la vida del pequeño fantasma.
No hay un momento de sosiego en la historia. Suerte y besos.
Carmen, gracias por tu comentario. Sí, son travesuras con un fondo amargo.
Besos.
Me gusta mucho tu relato, Javier. El ritmo, la forma como nos describes las travesuras del protagonista y ese final sorprendente. Pero sobre todo, el tono de humor que impregna todo el relato. Hasta los fantasmas tienen madre y todos sabemos como usan el sentido del humor al reñir a sus hijos: «no necesitas ninguna sábana…» Me ha parecido una frase genial para cerrar.
Suerte y abrazo
Anna, muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Ostras, Javier, lo de la pierna es brutal. Qué macabramente bueno. Parecía una simple conversación entre un adulto y su hijo y me ha dejado sonriendo de puro gusto.
Bárbaro, sí, señor.
Un abrazo y suerte.
Towanda, muchísimas gracias por tu comentario.
besos.