68. Vasos comunicantes (Luisa Hurtado)
Éramos felices, repetía sin parar mi madre a sus amigas mientras los ojos se le empezaban a llenar de lágrimas; no lo entiendo, no puedo, repetía incrédula.
¿Felices, mamá?, ¿estás segura de que lo éramos? Tú lo eras y mucho, lo sé, estabas tan llena de luz, tan deslumbrada, que el resto del mundo te resultaba invisible, que no podías comprender que no hubiera alguien que no lo quisiera, que lo llegase a odiar o a temer tanto como yo lo hacía.
Sin embargo, desde que nos abandonó, todas las sombras que he ido perdiendo yo son tuyas, junto con las lágrimas y los silencios; y asumo que, tampoco ahora, con lo triste e irascible que estás, llegarás a entender o saber la razón última por la que estoy tan contenta.
Cuando el monstruo es el padre, el descuido de la madre es el peor de los maltratos, lo más hiriente para la víctima de abusos. Por eso el resentimiento de la narradora es tan claro al observar que mientras ella se libera y recupera la vida, su madre , que no ha sabido ver, se derrumba por el abandono del marido idealizado. Buen relato y buen título también. Mucha suerte y un abrazo.
Luisa, el final nos revela la historia, es muy bueno y abierto, suerte y saludos
Gracias, guapas