JUL102. LA POSTAL, de Jorge Asteguieta Reguero
Me resigno a lo evidente. Me veo obligado a escribirte estas líneas:
Estoy en el último hotel. El cajón de la mesilla apenas puede cerrarse. Sus vacíos se han perdido entre kilómetros de carretera y nubes. Rebosa bullicioso: billetes de avión, trenes de todos los tamaños y velocidad, veleros hermosos… un cajón repleto de recuerdos y experiencias.
El armario de la habitación marcha a la zaga del cajón, suelas de zapato gastadas, bermudas a las que los soles de un millón de lugares les comieron los colores, gorros y abrigos capaces de cortar el frío del Nepal…
Una mochila de cremalleras infinitas intenta descansar al pie de mi cama, desparramada por culpa de meses de viaje. Estoy seguro de que se merece una jubilación mejor de la que podré ofrecerle.
Mi cuerpo yace tumbado sobre un colchón sin sábanas y el corazón me late marchito de amor. El viaje me ha enseñado que por muy lejos que huya nada será capaz de reemplazarte. El eco de tus sonrisas aún resuena en mi conciencia y he aprendido que solo, cuando te cases conmigo, volveré a ser feliz. ¿Quieres?
Seguro que acepta, pero a ver como solucionáis el viaje de boda. Tal vez un «spa» minimalista y para ahorrar equipaje, nudista.
Muy original y bien llevado.
Suerte.
Gracias, Antonia. Me alegro que te haya gustado. Y mucha suerte también para ti.
Confieso que he tenido presente el tema de este mes, «el viaje me enseñó», durante todos sus dias… a priori parecía la mar de fácil, pero por muchas vueltas que le daba no encontraba una idea que me pareciera demasiado buena.
Y todavía creo no haberla encontrado,jajajja, pero llegaba el fin de mes t tenía que participar.
Saludos.
Cualquier idea es válida, luego hay que enfrentarse al papel y ahí está el trabajo. Es buena tu idea y ya llegaste a tu destino, yo ni comencé, ya ves.Pero espero viajar también. Gracias.
me ha gustado este ritmo acelerado del que no para…
y esta lucidez para darse cuenta que el «amarre» matrimonial es a menudo lo que huimos pero que en verdad da «sentido» al viaje de la vida…
Gracias, Kistila.
¡Precioso relato, Jorge!
Me encantaron las imágenes y me emocionó mucho la confesión. Ojalá tenga un final feliz. No dudo que lo tendrá, tiene que ser así.
Felicitaciones, y mucha suerte.
Saludos.
Gracial, Carol.
Arriba ya contaba que al final me casé, y hace ya diez y dos hijos de ello.
Suerte también para ti.
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Me alegro que te haya gustado el relato, Ana.
Llevo diez años casado… sí, al final la engañé, jajajja.
Y mucha suerte también para ti…