97. «Es mi juego favorito, mamá»
Federico siempre elegía cuidadosamente los días en que su mamá lavaba la ropa de cama para corretear, más que nunca, entre las sábanas primero mojadas, con olor a agua y jabón, y más tarde secas, con olor a jabón y a viento.
Era su juego favorito.
Francisca elegía cuidadosamente los días de la colada, cálidos y soleados pues no soportaba el olor a humedad rancia que se quedaba en la ropa cuando tardaba mucho tiempo en secarse.
Sin embargo, no conseguía separar a su pequeño de las cuerdas hasta que recogía todo lo tendido.
Parecía no importarle las riñas, incluso los azotes, cuando ella estaba excesivamente cansada y su paciencia ya había llegado al límite. No había una sola vez en que pudiera evitar esa manera que tenía de entretenerse.
Lo que para él era un auténtico placer, para ella se convertía en un gran fastidio.
–¿Acaso a este chiquillo no le importa que me enfade y le castigue?, se preguntaba sin darse cuenta de que, como los fantasmas, su hijo necesitaba una sábana para que ella le viera.
Isabel, pobre chico si tiene que llamar así a atención de su madre. Suerte y saludos