JUN92. DESTINO PERDIDO, de Yael Fernández Cadenas
Entró por la ventana del balcón. Impulsado por la ventisca dibujó un par de truculentos tirabuzones y aterrizó con un suave planeo junto a mis pies descalzos. Me temblaban las manos, y a decir verdad también las rodillas. Siempre aquella misma corriente que conectaba nuestros balcones, nunca había cambiado. Caprichosa, en contra de mi voluntad, decidió abandonarme en aquel preciso instante.
Desplegué el papel: Raúl había sido llamado a la guerra, rogaba que no lo esperase. Me apresuré a escribir un mensaje. Me temblaban las manos, y ahora también el alma. “No te vayas, fuguémonos”. Plegué de nuevo el avión según las líneas que sus manos habían trazado, más firmes que las mías. Lo sostuve hasta que la corriente lo hizo despegar y lo observé titubear en el aire, indeciso: él también temblaba. Por primera vez en cinco años la corriente había cambiado y mi mensaje se perdió entre las calles. Lo vi desaparecer una y otra vez en erradas trayectorias. Raúl se asomó al balcón con su maleta preparada en busca de un avión con un destino diferente a la muerte, pero no pudo encontrarlo porque el viento había cambiado, arrastrándonos consigo.
Exquisita prosa.
Qué de mensajes perdidos hubiesen cambiado vidas.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario. A veces unas pocas palabras pueden cambiar realmente las cosas. En ocasiones cuesta mucho decirlas, otras en cambio por mucho empeño que le pongamos parecen no llegar. Gracias de verdad. Un saludo Julio.
Pues te ha quedado genial.
Muchas gracias.
Muy buen relato, cuanta verdad hay en lo de los mensajes perdidos…
Agradezco el comentario. Siempre gusta que los demás aprecien lo que uno escribe.
por ausencia hasta ahora no había leído tu relato…
estoy muy de acuerdo con el comentario de julio y mas todavía con tu respuesta…
Yo me retraso aún más en responder tu comentario. Me alegra mucho que los relatos sigan siendo leídos aún cuando dejan de estar en la primera página del blog.