50. El marido de la peluquera
Mi primera novia decía “contrimás”, y ni mucho menos era una inculta. Lo había dicho desde pequeña, explicaba, y se sentía incómoda hablando de otra manera. Yo, por pincharle, solía corregirla hasta que ella, sin ánimo de hacer gracia, protestaba advirtiendo que contrimás se lo dijera, peor.
De la segunda dudo haber sabido siquiera el verdadero nombre. Mentía ya por costumbre, creo yo. Resultaba difícil estar con ella sin pensarlo, mirarla y no preguntarse qué escondía dentro su linda cabecita. No imaginan cuánto puede llegar a doler un “te quiero”.
La tercera hablaba muy alto y sin miramientos. A mí eso por la calle o en los bares me daba igual, pero en sitios como el cine me mataba. Los casi quinientos espectadores que había en la sala aquella tarde no escucharon que Vader era padre de Skywalker, sino un atronador «¡¡Que no me calles más, hombre!!».
Siento recordarlas ahora por sus defectos y no por sus virtudes, que eran más y mayores, pues a todas las quise con locura, y si no me casé con ninguna fue porque las tres me fueron plantando en el mismísimo altar, malmetidas una por una, a última hora, por la cuarta y definitiva.
Contrimás te leo, más me gustan tus relatos. Te lo digo de verdad, no te miento, y con la voz bajita para que se oiga lo justo. Abrazos, Enrique!
Jajajajaj, qué bueno eres, Pepe, en todos los sentidos.
Me alegras mucho con lo que dices.
Muchas gracias y abrazos también para ti.
Parece que la definitiva caló con su peluquería.
Besicos muchos.
Eso es, Nani; y parece que se valió de ese puesto privilegiado para manipular a su antojo.
Muchas gracias y besicos muchos también para ti.
«Pero muchacho
el punto del gazpacho
¡joder, si lo tenía!
No he podido evitar que tu relato me recordara la canción de Sabina sobre sus mujeres. Me parece brillante, hilarante y con un final que se resuelve en el título.
Enhorabuena, Enrique, suerte y abrazos.
Qué gran canción de Sabina. No me extrañaría que de algún modo me hubiera inspirado este formato. A saber lo que guardamos, de forma desordenada, en nuestra memoria.
Muchas gracias por todo, Rafa. Aprecio mucho esos elogios que dedicas al relato.
Abrazos también para ti.
Un relato redondo, Enrique, hasta en la forma. Tres novias fallidas, las tres con su minihistoria, cada una de ellas desarrollada en tres líneas. Al final, para acabar ese redondeo tan acertado, otras tres líneas que desvelan un final que no podía imaginarse, ni siquiera, aunque parecía fácil, por el título, igual de apropiado que cada una de las palabras engarzadas. Esperemos que los defectos de su santa no sean superiores a los de las anteriores candidatas. Una virtud tiene y hay que reconocérselo: saber eliminar toda competencia y hacerlo de forma sutil. Debe quererle mucho para tomarse tantas molestias.
Muy divertido, muy ingenioso y muy bien escrito. No quisiera utilizar el adjetivo «insuperable», porque seguro que acabas diciendo que exagero, pero es un relato para enmarcar.
Un abrazo y suerte, Enrique, aunque no te va a hacer falta, porque éste va para el libro, fijo.
Vaya comentario, Ángel. Esto sí que es para enmarcar. Me alegra muchísimo que te haya gustado como para despertar ese entusiasmo que muestras. Decidí hacer esas minihistorias, a modo de «cincuentas», con la idea de dar un mayor aliciente al relato en todas sus líneas y no dejar todo su peso a expensas del final. Seguramente podría haber sacado una historia más larga, porque he desechado muchas ideas por motivos de extensión, prueba de que me sentía a gusto escribiéndolo. Con todo, no esperaba tan buena crítica, ;-).
Muchas gracias por tanta generosidad y buenos deseos.
Un abrazo.
El título, que recuerda a la maravillosa película francesa, desmiente el contenido humorístico tan bien estructurado. Tres novias con sus defectos plantan al protagonista ante el altar. El «contrimás» de la primera no lo voy a olvidar jamás. La falsedad de la segunda y el tono de voz de la tercera las convierten en esposas poco deseables. Yo creo que este hombre al final tuvo la suerte de que la peluquera interviniese de forma tan rotunda en sus noviazgos anteriores.
Has escrito un relato inspirado y espléndido, Enrique, en su estructura, su originalidad y su lenguaje. Te deseo mucha suerte, aunque tienes ya muchos números en este sorteo. Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Carmen. Y siento no ser nada original al decirte que comentarios como este ya suponen para mí un sobrado reconocimiento. Hace tiempo que vi esa película y me gustaría volver a verla. En el caso de la canción de Pedro Guerra vuelvo a ella muy a menudo. Confieso que temía que este relato pudiera ser tachado de misógino por alguien, pero me alegro de que no haya sido así (hasta hora, jeje); para mí, tanto ellas como él, al igual que todo el mundo, tienen relativas imperfecciones, y solo he intentado usarlas para componer una historia desenfadada.
Otro fuerte abrazo para ti.