29. EL REGALO (Isidro Moreno Carrascosa)
Cada año, en la carta a los Reyes Magos, pedía un coche de policía o una ambulancia; lo importante es que tuvieran luces y sirenas y fuese un coche largo, americano, como los de aquellas películas de los 60.
Me traían otros juguetes, bonitos incluso, pero nunca tuve el coche de policía ni la ambulancia. ¡Jo!
Hoy, minutos antes de acabar nuestro turno de patrulla, mi compañero y yo hemos entrado a unos grandes almacenes, para comprar a mi hijo un auto de policía; también le gustan esos coches y quiere ser policía como su papá.
No recuerdo nada más de la compra; un fogonazo y una fuerte detonación me han tirado al suelo, o eso creo.
Ahora, junto con un zumbido de oídos, oigo sirenas y veo destellos difusos de luces de colores desde la camilla sobre la que estoy tendido. Un rostro muy simpático me está pidiendo, de forma insistente, que no me duerma y ha colocado junto a mí una caja de cartón.
Claro que no me quiero dormir hasta no saber si es el modelo del auto de policía que yo buscaba, pero es que apenas veo las letras y dibujos en la caja del regalo.
IsidroMoreno
A quienes justifican que no hay que privarse de nada, porque la vida es breve, no les falta razón. Ahora que tu protagonista iba a ver un pequeño sueño cumplido a través de su hijo, ha querido el destino, siempre caprichoso, volver a negárselo. Esperemos que el hombre, un personaje lleno de humanidad, salga con bien de este duro episodio y pueda entregar el regalo al chaval, al que quizá ya se le quiten las ganas de emular al padre.
Un relato sobre deseos incumplidos y el valor simbólico y sentimental que tienen algunos objetos (a mí también me hubiera gustado que me regalasen de pequeño un coche de esos´).
Un abrazo grande, artista. Suerte
A menudo, queremos dar a nuestros hijos aquellas alegrías que no tuvimos y que se nos han quedado en el recuerdo quizás por lo frustrante de la situación. Está claro que mi personaje quería evitar esa (posible) pena del hijo a toda costa y, de paso, fue su salvavidas al que se aferró en unos cruciales instantes.
Mil gracias, amigo Ángel, por leer y comentar. Con tu comentario, mi relato ya se encuentra mucho mejor acompañado.
Dos fuertes abrazacos.
Pobre hombre, ahora que iba a conseguir para su hijo lo que un día no logró para sí mismo…No obstante, no hay que olvidar que lo que más ilusión le haría a ese niño es que su padre volviera a casa sano y salvo. Seguro que al final se curó, volvió a casa y fueron felices para siempre…¡optimismo ante todo! Me ha gustado tu relato, un fuerte abrazo, Isidro.
Yo también, cuando leo entradas abiertas a la interpretación, también acabo imaginando la más optimista.
Muchas gracias, Aurora por leer y comentar.
Un fuerte abrazo.
Isidro, bonito relato lleno de sentimientos y deseos. Espero que el destino no sea tan «malvado» con el hombre y le deje entregar el regalo a su hijo.
Un abrazo
Está claro que los sentimientos y deseos de los padres/madres respecto a los hijos, sólo se entienden cuando se alcanza la paternidad.
Muchas gracias, Blanca, por leer y comentar.
un fuerte abrazo.