JUN46. DESENCUENTRO, de Elena Casero Viana
La mujer que tenía delante, sentada en una butaca, que me miraba con los ojos emborronados por las cataratas, la memoria desangelada y el cuerpo desarmado era mi madre. Cuando me preguntó aquella tarde, por tercera vez, dónde estaba su hija, sentí como si el mundo me hubiera expulsado de él. Intenté contener el dolor que me acuchillaba y las lágrimas que se agolpaban en el borde de los ojos a punto de despeñarse.
Inútilmente quise hacerle entender que su hija era yo, la que tenía delante, que no había ninguna otra. Mi madre me decía que sí con la cabeza aunque, al mismo tiempo, insistía en saber dónde estaba su hija. Su gesto de impotencia doblegó mi testarudez.
Me sequé las lágrimas, respiré hondo y le contesté que su hija se había marchado al colegio. Cerró los ojos y su sonrisa relajó mi desamparo.
Desde aquel día regresé a mi lejana infancia, me desdoblé en dos personas, concediéndome el privilegio de hacer feliz a mi madre por partida doble.
Muy triste y bien narrado. Me ha gustado la intensidad con la que muestras una realidad tan dura.
Enhorabuena.
Gracias, Yolanda.
Fue duro.
Estupendo relato.
Hermoso ese devolverle a la niña que buscaba. Mucha sensibilidad y bien narrado. Suerte.
Antonia
Elena, precioso relato de una historia que a pesar de su amabilidad final nos muestra un drama terrible, como es la desmemoria.
Me ha gustado como has elegido las palabras exactas para conmover y dejarnos una sonrisa final.
Suerte para el concurso.
Bessets.
Muy buen relato, Elena, escrito con mucho mimo.
«Su sonrisa relajó mi desamparo» ¡cuanta información contiene esta frase!
Mucha suerte, compañera.
Muy buen relato, Elena, escrito con mucho mimo.
«Su sonrisa relajó mi desamparo» ¡cuanta información contiene esta frase!
Mucha suerte, compañera.
Excelente relato sobre una enfermedad tremenda. Tierno, emotivo, demoledor. Un beso.
Qué duro es vivir tu relato. La intensidad de tus palabras conmueve, felicidades por esa radiografía del dolor.
Un abrazo y mucha suerte.
Es una gran manera de relatar la enfermedad, de fernte y sin titubeos. Y además de buscar una solución esperanzadora. Suerte.
De todo, de todo, lo que más me gustó, Elena, es cómo lo acabas. Volver a la infancia por tu madre, precioso. Felicidads por la mención.
Abrazos.