62. ROTOS
Le desaparecen las palabras casi sin quererlo. Se les va y es incapaz de decir lo que siente. Aquello que pierde. Y llora.
Recuerda pero son imágenes mudas de algo que le pasó a alguien y no reconoce que formen parte de ella. Y llora. Y, entre sollozos, pronuncia la palabra PENA.
Y unos brazos la cogen. Unos ojos la miran y unos labios la besan. Pero no conoce ni la fuerza, ni el color, ni el sabor de ninguno de ellos. No sabe si es su marido, hijo, padre, nieta, hermana, madre o…
Él la conoce y la lleva a dar un paseo. Y, entonces, lo ve. Su primer coche. Y se recuerda de niña y ya cree saber quién es. Papá. Y lo abraza y le dice que lo echa de menos.
Sube al coche. Al coche que girando la llave, recorría con música el suelo de su casa. Pero ahora no hay música y antes no subían como están haciendo ahora. Arrancan.
A ella no le salen las palabras. Él sólo las tiene en su cabeza. Se saben en mundos distintos llenos de recuerdos que no llenan ni nutren una vida.
Y lloran. Los dos. De pena.