JUN18. VIENTOS DE VIDA, de Jose Vicente Pérez Bris
Había malgastado la adolescencia en las calles, militando en una banda.
Al llegar la hora del servicio militar, se declaró objetor de conciencia. Cualquier cosa mejor que hacer instrucción. El tribunal médico le dio dos opciones: limpiar desechos industriales o trabajar en un centro para enfermos terminales. Escogió esto último sin mucha convicción. Le pareció simplemente, más limpio.
Cuando conoció a su primer paciente, cambió como el viento.
Era un anciano sin esperanza de salvación, pero con un gran apego por vivir.
El joven no había conocido a sus abuelos, por lo que aquel hombre asumió el papel. Despertó en su alma perdida, el amor por la lectura. Hablaban durante horas, mientras el enfermo tomaba las comidas o realizaba el aseo matinal.
Una mañana lluviosa, el anciano partió, rompiéndole el corazón.
Lloró amargamente, encerrado en los aseos de la planta.
Maldijo al mundo y la mala suerte. Pensó escapar y tirar todo por la borda. De pronto, alguien golpeó la puerta del baño. Era el jefe de planta.
Un nuevo enfermo acababa de ingresar. Le necesitaban.
Aún con los ojos llorosos, acudió a su encuentro. Era una anciana menuda, de pelo blanco como la nieve. Su abuela había llegado.
Historia muy bonita. ¡Felicidades!.
Muy bella historia. Me ha gustado.
Suerte!
Blanca
Me gusta cómo se vuelve a la realidad con la llamada en la puerta. Suerte.
Me encanta la frase con que terminas la historia. Me ha puesto los pelos de punta la ternura de tu relato. Estupendo.
Paloma Casado
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Un abrazo
Jose
No es nada descabellada la idea del cambio que planteas. Ojalá fuera, eso sí, más frecuente este tipo de cosas. Me ha gustado leer unas líneas de optimismo.
Un beso
Gracias Susana
Tu comentario si que anima. Suerte si participas.
Besos
Jose