27. Desconsuelo (fuera de concurso)
Cuando la noche amenaza ser fría y borrosa, me basta evocar su boca procaz. Esa lengua que acariciaba, inconsciente de su efecto, una eterna piruleta de fresa. Esos labios rojo caramelo que sonreían de puro placer y se fruncían alrededor del palito.
Cuando la madrugada congela con su abrazo invisible de bruma el pálpito de mis entrañas, rebusco el calor de su mirada inocente en mi frágil memoria.
Cuando la luz de peligro destella en mi cabeza y descubro en mi bolsillo la caja de cerillas, tarareo nuestra canción, balanceándome, como hacía ella.
Cuando pregunto qué hora es, siempre es mediodía. Siempre hace calor. Siempre es quince de agosto. Siempre hay sangre en mi mano. Siempre hay fuego en la casa. Siempre suenan las sirenas que me anclaron a ese instante. Siempre hay una piruleta en el suelo. De fresa.
Cuando el silencio de la tarde me enfrenta al reflejo sin lágrimas de la ventana, cuando sólo veo a un monstruo desquiciado sin futuro, cuando adivino de reojo los lazos encarnados de sus trenzas deshaciéndose furtivos, cuando me quiero morir, oigo su risa.
Y entonces comprendo que ella desea que viva, cada uno de los días que me queden, recordándola.
Cuando leo tu texto, me derrito de gusto. Y lo vuelvo a leer, despacio, para saborearlo. Y cada vez me sabe distinto. Y ya no estoy segura si es dulce o amargo, si me gusta o me encanta, si es prosa o poesía, si es locura o estoy loca…
Muchísimas gracias Edita por comentar y por tus palabras.En realidad es… un caramelo envenenado… Unha aperta forte forte.
Tu protagonista es un enfermo dañino, obsesionado con una niña. La hermosa prosa no quita culpabilidad al crimen horrible que cometió, pero sí nos sitúa en su cabeza, sensible, sin duda, pero mal ensamblada, pues nadie en su sano juicio mata aquello que ama. Esos cinco «cuandos» son el castigo interminable de tu personaje, cinco heridas que le acompañarán como el peor de los castigos hasta el día en que también deje de existir. Él lamenta la pérdida, se sabe culpable, como también conoce o intuye que volvería a hacer lo mismo si tuviese ocasión. Ese bucle de desconsuelo será su tortura constante.
Un relato atroz, pero tan bien escrito, que produce deleite.
Un abrazo, Eva. Suerte
Su tortura, su castigo, desconsuelo es suave en realidad, pero seguramente su mente ‘lírica’ le ayude a desteñir las cosas. Gracias Ángel por tus análisis siempre interesantes. Un abrazo.
Un texto preciosista y poético para contar una historia atroz, es el milagro de la buena literatura. Un beso, artista.
¡Muchas gracias Paloma! creo que tu comentario me viene grande. Tú si que eres una artista. Un besazo.
Maravilloso relato! Enhorabuena, Eva. Besos.
Gracias Loli. Un beso.
Querida Eva, lo he leído tropencientas veces, y me pasa como a Edita… cada vez le encuentro algo distinto. Un texto duro bellamente contado. Me encanta ese final, castigador y merecido.
Y a la espera de verte prontito, un abrazo enorme, preciosa escritora.
Gracias Rosy. No se si nos veremos pronto o no, pero sea cuando sea será un placer darte un abrazote. De momento ¡¡ Muchos besos!!
Eva, miasma, has aderezado a base de lirismo un relato que despega apasionado y aterriza desquiciado, dramático, brutal. Esa mezcla consigue el efecto buscado… cierto desasosiego, cierto ambiente claustrofóbico, de manicomio, de explosión mental.
Tus relatos siempre son estimulantes porque aportan visiones especiales o formas de narrar sugerentes.
¡muchos besos!
Ay Salva, déjame de miasmas que falta no me hacen ninguna. Gracias por tus palabras. ¡¡Besoos!!
Impacto emocional imperecedero por un acontecimiento terrible. Lo muestras con una serie de recuerdos muy vívidos y una prosa poética que conmueve. Un gran final (tras el último recuerdo) que desvela el castigo de un desconsuelo que será eterno. Gran relato. Enhorabuena, Eva.
Gracias Josep Maria por tu comentario. Un abrazo.