MAY102. EL PEQUEÑO LILAR, de Alba Martín Gómez
Vivo en las faldas de una modesta montaña de granito recorrida, pasadas las lluvias primaverales, por pequeños arroyos que dejan las dehesas de sus pies brillantes y esponjosas después de haber resbalado por las rocas. En este rincón proliferan bien los lilares, que habitan en todos los jardines. En el mío tengo uno pequeño pero preñado de flores que acaban de estallar con los primeros rayos de sol, atrayendo a la vida, en toda su plenitud de formas, colores y sonidos. En apenas una semana o diez días si marchitarán. Todos seguirán su curso, buscando la próxima flor y dejando atrás mi lilar. Una vez al año mi pequeño arbolito me regala una bellísima danza de insectos orquestada por el delicado aroma de las lilas, ¡una pena que sea un espectáculo tan temporal!