73. Fin de trayecto (Aurora Rapún Mombiela)
Estoy envuelto en un manto de ingravidez, mi mente me envía diapositivas rápidas de un viaje en coche. Las curvas de los acantilados son cerradas; las vistas, impresionantes. El sonido del motor queda amortiguado por la poderosa voz de Aretha Franklin. El sol impregna de brillos extraterrestres las crestas de las olas. Aparto la vista de la carretera un solo segundo para subir el volumen. Al momento siguiente, dejo de sentir el asfalto bajo las ruedas, tengo el mar justo a mis pies. Un edredón aterciopelado de pétalos rojos me recibe y me acuna. La música ha dejado de sonar. Mi tiempo ha concluido.
Tenemos que dar la razón a la Dirección General de Tráfico cuando advierte de los peligros de las distracciones. Un solo segundo puede ser fatal, lo que le sucede a tu protagonista es un claro ejemplo de ello. Sin embargo, se puede decir en su descargo que ese fin de trayecto lleno de poesía y buenos elementos quizá no esté tan mal a pesar de todo: buen paisaje y buena música hacen que el desenlace trágico y casi anunciado se dulcifique.
Un relato marcado por un solo segundo de distracción que invita a pensar en un accidente. Las hermosas descripciones, sin embargo, tal vez apunten a algo premeditado, a un fin de fiesta voluntario y con estilo. De una forma o de otra, tu protagonista, a la que (no sé por qué) imagino mujer, demuestra tener una gran sensibilidad al transmitir sus sensaciones.
Un abrazo y suerte, Aurora
Muchas gracias por tus palabras, Ángel. Sí es cierto que el protagonista está disfrutando tanto de su viaje que el fatal desenlace casi parece una prolongación del paseo.
Un fuerte abrazo.
Hola, Aurora. Tal como nos lo cuentas, consigues que nos pongamos sin esfuerzo (al menos, yo) en el lugar del protagonista y que casi deseemos, cuando nos llegue la hora, un fin de trayecto similar al de tu protagonista: en un momento y mecido por el viento, la música y el mar. Enhorabuena y suerte.
Buenas tardes Jesús, muchas gracias por tu comentario. Desde luego, sería una bonita forma de llegar al final: suavemente y envuelto por la música y el mar. Un fuerte abrazo.
Un pequeño descuido al volante puede resultar fatal. Tu protagonista parece no darse cuenta del peligro que corre hasta el final.
Buen relato, Aurora. !Mucha suerte!
Besos.
Muchas gracias por tus palabras, PIlar. Parece una bonita manera de llegar al final del camino. Casi casi sin sentirlo. Un fuerte abrazo.
Tremendo Aurora. Qué bien describes lo que supone un solo segundo que anula toda la belleza precedente. Y ese edredón de terciopelo rojo, una preciosa metáfora muy bien traída. Me ha gustado mucho. Podría servir para enseñar a tanto insensato que circula por ahí. Abrazos!
Aretha, el mar, los acantilados… ¿Pueden existir mejores compañeros para una despedida?
Enhorabuena Aurora.