MAY84. DIVORCIO, de Mar Horno García
El jardín amaneció sin flores. Cuando se acercó a los arriates vio que unos insectos orondos de angustia y ciegos de alegría se estaban comiendo las mustias hojas que quedaban. Alzó la vista y tampoco encontró golondrinas en el pentagrama de hilos eléctricos que atravesaba la calle. Extrañada, se quedó escuchando, pero el mundo parecía haberse quedado huérfano de sonidos. Comenzó a sentirse mal y cuando no pudo más con el mareo, vomitó sobre la tierra un dolor oscuro y espeso que se derramó como un río ponzoñoso pero que no sirvió para aliviarle el alma. Unas nubes tristes que amenazaban lluvia de gotas afiladas como cuchillos asfixiaron la mañana. Entonces cayó en la cuenta: era una epidemia. Se enfundó el vestido negro y fue a la tienda para comprar algo con lo que fumigar su vida. El dependiente, experto en variadas enfermedades del cuerpo y del espíritu, escuchó su caso a la vez que miraba sus ojeras, el pelo despeinado, SU corazón hueco, y comprendió de qué se trataba.
— Lo siento, señora, no tengo nada que pueda acabar con una plaga de ausencias.
Las plagas de ausencias son difíciles de eliminar porque uno de sus efectos dañinos es la imposibilidad de lograr nuevos apegos, por el miedo de volverlos a perder. Y porque los huecos nunca se llenan; las nuevas presencias se hacen sitio como pueden…
Genial, Mar. Me gusta muchísimo tu cuento.
Un fuerte abrazo.
Sara, es verdad, hay plagas que ni con veneno. Las plagas de soledad, desamor y tristeza dejan la tierra yerma. Un beso.
Me ha recordado la canción de Sabina que decía que hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Una puesta en escena muy buena del abandono y de la soledad.
Abrazos acompañantes.
Muchas gracias Lola, a ver si después, en junio, renacen brotes verdes de alegría. Un beso florido.
Eres tan original, Mar. Cuando uno cree haber encontrado el secreto, el hilo, vas tú y lo sorprendes. Además, casi siempre, con una porción de ternura.
Me gusta mucho.
Abrazos.
Gracias Miguelángel, tú que me lees con muy buenos ojos. A ver si este mes tengo más suerte. Un abrazo.
Me han gustado muchas de las imágenes que utilizas, pero me quedo, sin dudarlo, con ese pentagrama de hilos eléctricos.
Un abrazo.
A mí, los tendidos eléctricos siempre me han parecido pentagramas, y los pájaros posados en ellas, notas musicales. Un abrazo Fernando.
Mar… tu texto está «repleto» aún hablando de ausencias. ¡Felicidades!.
Muchas gracias anónimo. Un abrazo.
De nada. Espero que en alguno de estos meses elijan tu relato como ganador. Un beso.
Gracias de nuevo anónimo. Me come la curiosidad de saber quien eres. Un abrazo.
Mar, soy vergonzosa para dar mi nombre real y además ése no es mi interés, solo quiero escribir sin más y alguna vez hago comentarios. También ten en cuenta que hay más «anónimos» y no siempre seré yo.
Tampoco, salvo el de la jóven que hace fotos, por cierto preciosas, no he entrado en ninguna web de los que aquí estais escribiendo y está el enlace, prefiero no leer nada excepto lo escrito aquí porque no quiero que me influya sobre vuestros textos. Te mando un abrazo. Soy «Tejado», y a veces «Tronco2». Esto te despejará algunas dudas.
Me gusta más Tejado que Anónimo. Mucho más bonito e identificativo. Me parece excelente tu opción, yo creo que así, disfrutarás más de los textos. Un beso.
Fantástico Mar, tus micros son intensos y muy sugerentes.
Sabes que te admiro.
Un abrazo.
Yolanda, tus comentarios siempre me son muy queridos. Muchas gracias. Un beso.
Mar, un relato magnífico, como siempre, «pentagrama de hilos eléctricos, lluvia de gotas afiladas, fumigar su vida, plaga de ausencias» El lenguaje postrado a los pies de tus historias. Eres una artista.
Abrazos,
Muchas gracias Esperanza, viniendo de tí es todo un halago. Que ya sabemos lo que haces tú con las palabras. Un beso.