MAY70. SOLEDAD, de Fernando Martínez
Las etiquetas inundaron la playa un día de mar apacible y aguas cristalinas. Hacía meses que sus pies caminaban descalzos por aquella arena, las aletas que emergían entre las olas ya no le impresionaban. Leyó una: Ya es primavera. Aquel eslogan le transportó a calles que olían a contaminación, rugían a bullicio de rebajas y sabían a humo de vehículos atascados. ¿Ya es primavera? Se preguntó en voz alta. Le gustaba oírse. Miró alrededor, no vio flores. En “su isla” no había flores, pero aquella noche algo removió la arena haciéndola hervir. Miles de diminutas tortugas se desenterraron para recorrer frenéticas la playa y adentrarse en la mar oscura, a excepción de una, que le miró y zigzagueó acercándose. Un cormorán cayó de la nada y remontó el vuelo llevándosela hasta un risco cercano. Decidió acabar con aquella bestia sanguinaria por la mañana, le había privado de compañía. Escaló las rocas. El ave reposaba sobre un saliente ajena al inminente ataque. Tensó el arpón con odio. El cormorán se levantó. Varios polluelos hambrientos rebuscaban aún en el caparazón vacío. Desarmó el arpón, volvió al refugio, observó la playa. Las etiquetas habían desaparecido.
http://espiralesdetinta.
¡Qué bonita historia!
Gracias, seas quien seas…
Siempre que me cruce con alguien que no conozco pensaré que eres tú.
Muchas veces vienen pajaritos a mi balcón y escarban en la tierra de mis tiestos, sus alegres trinos y sus saltos inquietos dan vida a nuestra familia. Cuando vea uno de color lila, quieto y mirando pensaré que eres tú que se ha escapado de tu cuento de animación.
¡Suerte en el concurso!
Una historia que se lee como la secuencia de una buena película, como un corto animado. He imaginado perfectamente la soledad de la playa, las etiquetas anunciando la primavera, y el cormorán alimentando a sus polluelos. Después el vacío. ni siquiera una nueva etiqueta que le anuncie la llegada del verano.
Un abrazo Fernando, me ha gustado.
Muchas gracias Laura, perdona que no comente demasiado últiamamente. Leer, leo, todo lo que puedo… pero ahora mismo no me queda tiempo para casi nada…
Un abrazo muy fuerte.
Me ha gustado mucho esta historia, Fernando. Y, como dice Laura, parece el guión de un corto animado, porque es muy visual.
Enhorabuena. Un abrazo.
Si algún día aprendo a hacer animación (otra cosa en la que me gustaría meterme algún día…) podría ser un buen comienzo… me lo imagino muy colorista, con tonos muy saturados y bastante barroco, para contrastar con lo que cuenta.
Una historia con muchos matices en pocas líneas y sobre todo muy original lo de las etiquetas.Se ven flotar. Buena ambientación y atmósfera Buen final.
Felicidades y suerte.
Si pasa por aquí Xesc, seguro que puede explicar el porque de esas etiquetas… je, je, je.
Me alegro de verte, Fer. Un micro que muestra con ternura y de forma muy original lo de la cadena alimenticia, y lo de que unos mueren para que otros vivan… Es así, y así es.
Me gusta, Fernando. Ahora, lo de no hubo flores…
Un abrazo, company.
Me alegro de verte por aquí, Miguel Ángel.
Esa era la idea desde el principio… le de no hubo flores… pues eso, dicen que sin flores no hay primavera… de esa frase sale todo el relato. Aunque la primera frase es culpa de Mercedes Abad. Tu ya sabes lo que quiere decir eso.
Un abrazo.
Esos polluelos desarmaron al protagonista de la historia. buen final.
Par de abrazos.
Llevaba tiempo dándole vueltas a esa idea y al fin ha salido aquí.
gracias por pasar y comentar Lola.
Un placer leer tu opinión.
Un abrazo.
La ternura de ver a los polluelos desarmó al protagonista.
Buen final.
Par de abrazos.
Me gusta el punto surrealista de las etiquetas anunciando primaveras en una playa sin flores…
Besos desde el aire
Muchas gracias, Rosa, por venir hasta mi isla, aunque ahora igual me descalifican… Por que ya no pudo decir que no hubo flores. Al menos hubo una Rosa.
Un abrazo.
Basta con apartarse un poco para que el absurdo de la vida en la ciudad, su ritmo, sus estímulos, sus porqués…, te abofetee la cara.
Me pasa cada vez que vuelvo. Cada vez.
Bien expresado.
Besos payasos.
Pd: dentro de dos semanas dejaré de comentar en los blogs que tengan activada la palabra de verificación. Es un coñazo insufrible, otro absurdo más.
Hola Kum, muchas gracias por leer y comentar. Tienes razón, aunque reconozco que no puedo estar mucho tiempo sin todos esos «contratiempos» de la ciudad. Quizá porque vivo en la periferia y echo de menos (a veces) lo que supone vivir en el centro.
Pd: he eliminado de mi blog la palabra de verificación gracias al amigo Ximens… de echo, pensaba que no tenía activado el coñazo insufrible del que hablas. Estoy de acuerdo.
Mmmm. Paso por aquí, claro. Esta playa no tan desierta, plagada de visitantes y amigos. Pero… no voy a desvelar lo de las etiquetas. Ni el mar. Sí diré en cambio que me gusta la transmutación de etiquetas en diminutas tortugas. Y me gusta la decisión del náufrago, pobre, condenado a la soledad incluso en primavera.
Abrazos
Hola Xesc. Gracias por leer y además, comentar. En tu caso por partida doble, porque se como andas últimamente.
Abrazos.
Es un relato triste pero con un mensaje de supervivencia solidaria. Suerte en el certamen.
Gracias Ximens. Cómo siempre al quite. Creo que ya he solucionado lo de la frase verificadora en mi blog.
Releyéndolo ahora, creo que quizás hay demasiadas ideas para un relato tan corto… Estoy haciendo un taller de narrativa junto a Xesc en El Corte Inglés, ayer la profesora, Mercedes Abad, comentó sobre un texto mío que pecaba de ambicioso para un texto tan corto… puede que sea un de mis problemas a corregir, querer contar demasiadas cosas a la vez.
Un abrazo.
Fernando, el relato transmite perfectamente la soledad del náufrago y cómo cualquier detalle representa para el protagonista un mundo. El detalle de la tortuga y los polluelos para mí representa lo dura que la vida y lo relativo que son los hechos. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
Muchas gracias Mar.
Aprovecho tu comentario para agradecer a todos los que habéis pasado por partida doble a comentar. tanto por aquí, como por mi blog. Considero un gran regalo que dediquéis algo de vuestro tiempo a leer lo que escribo, si además comentáis el regalo es doble, pero si, como en esta ocasión, lo hacéis por partida doble es un abuso por mi parte, así que os lo agradezco, no triple, no… os lo agradezco mil, o más.
Publiqué en mi blog el relato cómo enlace aquí porque considero que el lugar donde hay que leer el relato es en este blog del concurso, porque creo que es devolver parte de la buena voluntad con la que se ha montado este certamen por parte de los organizadores, pero debo reconocer que a la vez me siento mal por «obligar» a pasar por dos sitios para terminar leyéndolo.
De nuevo, gracias a todos.
Encuentro dos focos de atención en este micro: las etiquetas y las tortugas. Cualquiera de los dos sería bueno en sí mismo para contar esa soledad que ya adviertes en el título (tú mismo las separas con ese «PERO aquella noche…»)No hay un vínculo claro (salvo el protagonista, claro) y por eso creo que cada una va por su lado y por eso no se molestan,pero creo que se divide el interés, la fuerza que podrían tener por sí solas. Dos por uno, Fernando, enhorabuena.
Gracias por leer y comentar anónimo… es uno de mis problemas como microcuentista… a veces quiero contar más cosas de las que debería, dado el espacio.