105. JEANNE (M.Carme Marí)
Las carreteras se hallan bordeadas por un rojo infinito bajo unos centímetros de tierra y asfalto. Rojo sangre, rojo vergüenza. En una guerra, como todas sin compasión, los chivatazos de verdades o mentiras los usaban las tropas del alzamiento para castigar a tantos que no encajaban en los estrechos márgenes de su palabra libertad. De un pueblo de la meseta castellana huyó un grupo, compañeros de sindicato, aterridos ante la mancha unicolor que extendían por las cunetas. A través de los bosques del Pirineo consiguieron cruzar la frontera, esquivando uniformes en un largo camino. No lo tuvieron fácil, pero lograron una nueva vida.
Juan, y con él Juana, se salvaron y en el exilio, de los dos surgió Jeanne. Juan buscaba la justicia social, perseguida sin tregua en su país, por la que siguió trabajando en Francia. Juana pudo salir en las noches de París, sin ese corsé que la oprimía dentro de Juan coleccionando silencios ahogados y comportamientos reprimidos. Adaptaron el nombre a su tierra de acogida, disfrutando por fin del aroma de la fraternidad.
El hombre es un ser social abocado a entenderse con sus semejantes. Al mismo tiempo y en un precario equilibrio, ha de convivir con otro rasgo de su naturaleza, el que recuerda que el hombre puede ser también un lobo para el hombre. Cuando esta última postura es la que se impone sobreviene la locura, la destrucción, el odio, victimas y verdugos, el cainismo puro.
Jeanne es hija de dos supervivientes de la sinrazón, un símbolo vivo de la esperanza, alguien llamada quizá a limar posturas enfrentadas, a contribuir a cicatrizar heridas y a que sea posible, con el tiempo, eso tan difícil que llaman convivencia y fraternidad.
Un canto a la superación de dificultades, a la esperanza tras la locura, un toque de atención a las conciencias para no repetir errores.
Un abrazo grande, Carme. Suerte
Las guerras son terribles, muchas veces movidas por quienes no tienen en cuenta a las personas sino a sus intereses.
Sobre Juan y Juana, he modificado un poco una frase (de la que no estaba muy convencida) al ver tu comentario. Está un poco rebuscado quizá lo que quiero contar -algún amigo leyéndolo antes de publicarlo ya me lo hizo ver-, pero no quería explicitarlo más. A ver si con este retoque se capta mejor.
Muchas gracias por tu comentario Ángel, siempre con grandes sentimientos de fondo.
Venga ese abrazo.
Siento no haberlo entendido a la primera, Carme. Ese ligero retoque aporta otro sentido, es cierto, tampoco muy lejos, en el fondo, de lo apuntado. Hay menos personajes de lo que me pareció a mí, o más bien se unifican: Juana, dentro de Juan, que pasó a llamarse Jeanne, no deja de ser superviviente y una muestra de libertad en una tierra de acogida lejos de la opresión.
Otro abrazo
Nada que sentir, Ángel, era fallo del texto, que dejaba lugar a dudas aunque, como bien dices, el fondo es el mismo.
Un beso.
En pocas palabras muestras la faz de una guerra especialmente terrible. Luego generas expectativas con el juego de nombres y dosificas muy bien la información para llevarnos a un final revelador. El duro camino del exilio fue para Juan un camino de liberación para su verdadera identidad. Enhorabuena, Carme.
Un abrazo.
Veo que el pequeño cambio realizado en una frase deja ver más claramente la intención del relato.
Realmente fue una época muy dura para muchos. El exilio ayudó a Juan, pero no deja de ser triste tener que irte de tu casa y de tus lugares queridos.
Muchas gracias por pasarte a comentar, Josep Maria.
Un petó.