109. Sombras, penumbras y otros puntos ciegos
El frío ha aniquilado los plantíos y La Parca se ha sentando a contemplar la aldea desde los ralos campos de trigo: al menos alguien cosechará algo de entre aquella atroz ventisca cargada de nieve. Mientras tanto en el interior de una casa una mujer cose resignada una bola de trapo y una niña que rueda un hueso de aceituna sobre la mesa se aferra a algo que ha escuchado de antes pero no entiende: “¿y cómo es?”. La madre se rinde con un gesto amargo y observa a su marido rebuscar en el armario. Cuando ya ha encontrado lo que quería deja un ramito de hierbabuena sobre sus párvulas manos: “este es el verde”, le explica. La chiquilla lo huele y después lo aparta: “¿pero cuál es el rojo?” -insiste-. Con renovadas esperanzas le dan la muñeca que ha terminado de zurcir. Igual eso la distrae. La pequeña la palpa y se deshace de ella al instante. Es entonces cuando la encapuchada, desde fuera, golpea con la guadaña los cristales de la ventana. Juguetea entre sus manos con una baya; reluciente; brillante; bermeja como la sangre; sonríe y ordena ulular al viento: “sal, ven a buscarla buen padre”.
La Parca acecha paciente, sabe que antes o después su constancia tendrá fruto. De poco sirve ocultarse. La ingenuidad infantil aún no ha comprendido lo efímero de la existencia, que lo que cree más solido, sus padres, no son eternos. Esa baya roja quizá sea el único alimento, para el que esa familia habrá de pagar un alto precio.
Te digo lo mismo que a Lorenzo, llevaba tiempo sin leerte y siempre es un placer hacerlo
Un abrazo y suerte, Juan Antonio
Muchísimas gracias Ángel. Es un placer leeros y una alegría compartir relatos con vosotros. Un abrazo enorme 🙂
Qué bueno volver a leerte Juan Antonio. Me ha encantado, duro, muy duro, pero qué bien escrito está. Merecidísimo. Un abrazo.
Mil gracias Ernesto. Muy contento de volver. Mucho. Maravilloso sitio ENTC, y maravillosas las personas que le dan vida y lo hacen posible. Un abrazo !!
Lo que más me ha gustado, es que se me han ocurrido varias interpretaciones. Lo he releído varias veces y he imaginado varios finales. Me gusta, me gusta. Enhorabuena!
Muchas gracias Mar. Un abrazo enorme !!
Qué bien relatas esa escena costumbrista, esa escena que yo, por suerte no he vivido, pero de la que sí he oído hablar. Miseria existencial y, para colmo, la muerte vigilante tras los cristales.
Un vendaval o un alud. El viento solar o un volcán en erupción. Un meteorito o un tsunami. La vida y la muerte. La luz y la oscuridad. El silencio más absoluto cuando de pronto la reconocemos y no sabemos como actuar ante ella. Nosotros, que nos creemos siempre osados e invencibles.
Me ha encantado tu relato, sobre todo cuando le deposita lo verde entre las manos. Me ha llegado la fragancia y también me ha llegado tu emoción mientras lo escribías.
Es un gran relato Juan Antonio.
Gracias por dejarnos esta belleza, porque nadie dijo que la tristeza no la tuviera.
Feliz noche de febrero. Abrazos