MAY50. FLORES MUERTAS, de Rafa Heredero García
Había sucedido a la vista de todos sin que supieran evitarlo y ahora recordaban con nostalgia el tiempo no tan lejano anterior a aquel día en el que el poeta de guardia, buscando la inspiración en un jardín, lanzó el primer aviso, extrañado por la escasez de rosas. Desde entonces, y de forma constante e imparable, estas habían ido desapareciendo hasta extinguirse, y aunque nadie quiso reconocerlo, tampoco se pudo ocultar la resignación ante la evidencia de un mundo que parecía haber perdido la poesía. No hubo dudas ya cuando se decidió evitar ese vacío irreversible llenando parques, campos, bosques y jardines con carteles que exhibían fotografías de altísima resolución de todo tipo de rosas desde donde se derramaba mediante ingeniosos artilugios su perfecto aroma artificial, y tímidas voces empezaron a explicar convencidas todas las ventajas que ofrecía este arreglo, incapaces o quizá temerosas de adivinar la cadena de consecuencias que implicaba esta condena.
Un día, una pareja de enamorados que necesitaba la confirmación de lo que repetían sus ojos, dio la alarma, sorprendidos por las pocas margaritas que podían deshojar.
Hace poco he leído que la vida se está convirtiendo en un «parque temático», y tu relato está en esa línes. Me gustó.
Muchas gracias anónimo por tu comentario.
Me gusta.
Gracias también a ti, «otro anónimo»