58. VERDE HIELO
Cuando vamos al pueblo muchos me preguntan de quién soy. Otros lo adivinan por “la pinta” que es lo mismo que el parecido. Unos y otros aseguran que tengo los ojos del abuelo. He empezado a tener pesadillas. Aunque no lo conocí, en el comedor del pueblo hay una foto enorme desde la que mira muy serio con su escopeta de caza al lado. Le sueño cada noche sin ojos, apuntándome con su arma para que se los devuelva. Se lo he contado a mis padres y me han tranquilizado. Mis ojos son míos. Lo que pasa que son igual de grandes y del mismo verde hielo que los de él. Los adultos a veces hablan raro. El hielo no es verde, me quejo; mamá dice que es una forma de explicar que eran fríos.
Me tranquiliza que se muriera con los suyos y ahora le sueño entero, recorriendo con su escopeta al hombro las calles de los muertos, y cuando me dicen que tengo sus ojos, en lugar de sacarles de su error, imito su mirada verde frío y funciona. Se callan y no preguntan más.
Una cosa está clara: es muy cierto que el personaje heredó los ojos del abuelo, un rasgo distintivo de un aspecto y, sobre todo, de una personalidad y una actitud, no en vano, son una ventana al alma, en este caso a una dañina y de la que todos recelan. En este relato la famosa elipsis es utilizada de manera magistral, pues apenas se aportan detalles relativos al abuelo y sus circunstancias, pero la escopeta que le acompaña de forma inseparable no aporta nada bueno; tampoco ese silencio enigmático y temeroso cuando la nieta logra imitar la mirada, por algún motivo, muy temida.
A partir de un detalle que puede parecer simple y no lo es, construyes una historia sólida, en la que la inquietud psicológica está muy bien servida.
Un abrazo y suerte, Yolanda
Yolanda, me ha gustado este relato, esa imagen del abuelo sin ojos, porque claro, si tenemos los ojos del abuelo, la boca del papá, la naricita de mamá, ¿qué harán ellos sin esas partes de su cuerpo? 🙂 Y me lo imagino todo, el pueblito entero y el típico ¿Y tú de quién eres? Y te sacan por el parecido… Esos abuelitos malos también querrán a sus nietos y viceversa, me he quedado pensando. Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Ángel y Elena por dejar vuestra generosa opinión.
Fuerte abrazo.