11. Espiral
Excepcionalmente iba bien de tiempo. Un mal sueño había precipitado mi despertar y aproveché para convertir en un tranquilo paseo el trayecto hasta la oficina.
Pasaba dos veces a diario por esa calle, ida y vuelta, pero nunca había visto aquella tienda de discos. Un rótulo desvencijado parpadeaba sobre la entrada. No sé muy bien por qué, ni a qué, pero entré, empujando la pesada puerta. El local era enorme, con techos altos y paredes cubiertas de tela, todo en un blanco radiante. Una amable dependienta, de blanco riguroso, me entregó un vinilo, blanco, sin título. “El primero es gratis”, sonrió, y marché.
Salí aprisa del trabajo, impaciente por escuchar mi nuevo disco. Desempolvé el tocadiscos, bajé la aguja y me senté cerrando los ojos. Los abrí enseguida, sentía frío, y me descubrí desnudo en medio de una gran nevada, cubierto de copos. La aguja alcanzó la siguiente canción y aparecí en una piscina de leche, retozando con la amable dependienta. En el tercer tema un león blanco abrazaba meloso mi cuerpo, embutido en un ajustado neopreno, blanco impoluto.
Desperté. Ahora sí. Partí raudo, como siempre, hacia la oficina. Nevaba, hacía frío y, ¡joder!, otra vez estaba desnudo.
En el transcurrir cotidiano de tu personaje irrumpe un suceso infrecuente, inesperado, situado entre la fantasía y la realidad, que parece va a cambiar para siempre su trayectoria. Es algo que necesita para romper la rutina que, finalmente, vuelve a aparecer, aunque él quizá ya nunca sea el mismo, envuelto en una espiral que sucesos insólitos, y no esté seguro de haber vivido algo real o inventado por su propia imaginación para sobrellevar mejor el tedio de una vida demasiado lineal, gris y anodina, necesitada de alguna aventura y sobresalto.
Un relato original, con un personaje en cuya piel, tal vez, quisiéramos estar.
Un abrazo y suerte, Álvaro
Muy amable tu comentario, Angel. Los sueños de la rutina producen monstruos…
Has introducido elementos fantásticos, a partir del disco, en la realidad cotidiana, sucediéndose acciones de tipo onírico, tanto placenteras como incómodas.
Muy original, Álvaro. Suerte y un abrazo.
Es un placer tenerte por aquí, Carmen. Muchas gracias.