19. Setenta y tres segundos
Setenta y tres segundos fue el tiempo que tardó en desintegrarse el transbordador espacial Challenger el veintiocho de enero del ochenta y seis. La culpable fue una junta tórica en su cohete acelerador que permitió que el gas del motor saliera al exterior.
Fue el tiempo que tardé en poner la lavadora, descuidando la vigilancia de nuestro pequeño, ese día.
Pienso qué sentirían los técnicos del Challenger, incapaces de prever la catástrofe que se cobró siete vidas.
Me gustaría poder volver a ese momento. Retroceder esos setenta y tres segundos. Aplazar la colada. Verte salir con el coche del garaje mientras espero con la mano de nuestro hijo bien sujeta a la mía y, puestos a pedir, que los responsables del despegue del cohete suspendieran la operación.
Me pregunto si desde ese día también ellos pasan las noches en blanco.
Joderrrrrr, qué duro y qué bien narrado. Incluso al final, aunque lo esperes… Zasss, te deja roto. Enhorabuena, Yolanda
Muchas gracias Alberto, por tu generoso comentario.
Saludos.
Las catástrofes nunca vienen solas. Si, como dijo Víctor Jara, la vida puede ser eterna en cinco minutos, también puede suceder lo peor en unos pocos segundos, en coincidencia con otra desgracia más mediática, un palo en la rueda de la carrera espacial, pero a cada uno le duele lo suyo.
Un relato intenso, con un drama que aún sacude más cuando los implicados son niños.
Un abrazo y suerte, Yolanda
Muchas gracias por tu análisis Ángel, siempre acertado.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho este relato. Lo dice todo sin contarlo. Y eso ocurre cuando el que lo lee puede sentir lo que siente quien lo escribe. Milagro de comunicación. Enhorabuena.
Agradezco mucho tus palabras.
Saludos Juan Manuel.
Al libro.
Dos historias paralelas que se encuentran en un mismo final dramático. Antes de ver el comentario de la ReCompañera Arantza ya había pensado «de libro». Pues eso.
Besos, Yolanda.
Arantza, Rafa, ojalá fueseis jurados 🙂 muchas gracias, lo que el ReC ha unido…
Besos
Yolanda, un relato precioso a la vez que trágico, explicado con una delicadeza sublime, me ha encantado. A pesar de lo duro de la historia que hay detrás. Muchas felicidades y mucha suerte 🙂
Magnífico relato, Yolanda! Te va soltando pistas, información, cositas que parecen no importar, y vas cayendo en su red, hasta que caes del todo… Como un despegue, pero a la inversa.
Dramática historial en la esfera de lo cotidiano, escrita con oficio y talento. Bravo por ti.
Suerte!!!
Qué bien has tramado la historia Yolanda, me gusta que nos hagas jugar al pingpong porque aunque sabemnos que la muerte va a ganar la partida, con cada punto vibramos. Enhorabuena.
Un beso-
Gracias Salva y Paloma! Abrazos dobles
Perfecto, es perfecto, cuidado al máximo. Enhorabuena. Un bico.
Muchas gracias Maite, tu comentario es más que generoso. Me alegra que te haya gustado.
Besos.
Hola, Yolanda.
Me parece una idea genial contar una historia a partir de un primer párrafo tan aséptico, tan periodístico, tan frío. Pero que inevitablemente te pone en alerta, y es cierto, porque enseguida recibimos el hachazo. Y luego, entrelazar la historia general con la narración particular para contar un mismo sentimiento como forma de enfatizarlo, pues qué quieres que te diga, que me parece igual de genial.
Mucha suerte, y un abrazo.
Qué lujo tu comentario, muy agradecida Entcampeon.
Fuerte abrazo!
Es el más duro de los blancos, el de las noches en blanco. Y durísimo lo que cuentas, bien contado dicho sea de paso, por eso duele más. Muchas felicidades por el excelente texto
Sí, por la noches las dificultades parecen más.
Gracias por tu comentario Luisa.
Fuerte abrazo.
Muy bueno este relato tan duro, con dos dramas en paralelo. Remueve sentimientos, me ha llegado, sin contar todo, gran trabajo Yolanda.
Muchas gracias Pablo. A mí me ha llegado tu comentario.
Un abrazo!