121. Páginas en blanco (Mª Asunción Buendía)
Desde que podía recordar y probablemente mucho antes, María había llamado la atención. Su tez clara, sus ojos vivos y chispeantes de un verde esmeralda, a veces luminoso, a veces turbulento. Su pelo que invitaba a ser acariciado para comprobar si realmente era tan suave y que superaba esas expectativas cuando se acariciaba. Todo era armonía y dulzura en la joven y ella, consciente, jugueteaba con la admiración que despertaba.
Hacía un mes que se sentía muy confundida a causa de un muchacho con el que coincidía todos los días en el andén del metro. Siempre que ella se acercaba él sonreía y si estaba de espaladas se volvía, como si la presintiera. Luego simplemente seguía con su lectura.
Allí estaba de nuevo, unos pasos delante de ella. Como siempre se dio la vuelta, sonriéndola y… nada más.
María, caprichosa y consentida, no comprendía qué podía leer que fuera tan interesante.
Sin pensarlo avanzó dispuesta a comprobarlo.
Quedó paralizada por la sorpresa.
Fascinada, por encima del hombro del muchacho vio las páginas en blanco del libro, solo surcadas por punteados relieves y por sus dedos que suavemente los acariciaban al pasar por ellos.
Muy bueno. A los videntes se nos olvida que hay otras personas con otras percepciones y comportamientos. Justo como tú apuntas.
Felicidades por el micro
Hola Luisa, cuántas veces pensamos en el resto del mundo como si fuéramos nosotros, pero hay tanta gente con diferentes capacidades. Por ejemplo los invidentes, que hacen las mismas cosas que nosotros, cada vez con menos barreras.
Un besote Luisa