18. Supersticiones (Miguel Á. Molina)
El matador cruza los dedos, acaricia el burladero, y sale a la plaza apretando un trébol de cuatro hojas. Al comenzar el paseíllo tropieza, entra al coso con el pie izquierdo, y todo cambia. Se coloca a puerta gayola y visualiza el espejo roto del hotel. Jamás ha sido supersticioso, pero desconfía al recordar la sal derramada esta mañana. Adelanta el capote, cita al toro, y mientras encadena verónicas se ve andando bajo una escalera. Se luce con unas chicuelinas, pero le viene a la cabeza el gato negro que anoche se le cruzó en sueños. Dibuja unas gaoneras y rememora el paraguas que ayer abrió bajo techo. En un quite por revoleras, un descuido le hace trastabillar. Justo antes de que el pitón arrase su femoral, el color amarillo del reverso de su capote tapará su rostro.